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Velasco, la reforma agraria y el militarismo en el Perú

Publicado: 05/10/2020
3 minutos

¿Qué lecciones o luces nos da sobre nuestra coyuntura actual un proceso fallido que medio siglo después sigue dividiendo el debate político en el país?

Este último 3 de octubre se cumplieron 52 años del golpe de Estado del general Juan Velasco Alvarado, y creemos en Piensa.pe que, dada la coyuntura, valía la pena revisar ese legado que se resume en que lo que fue la llamada “reforma agraria”, que medio siglo después sigue dividiendo el debate político, entre los que sostienen que fue un desastre y otros que tuvo buenas cosas y tenía que hacerse.

Pero los números no mienten. Los efectos de sus reformas en la economía fueron dramáticos, y cuando decimos “economía”, nos referimos a la pobreza o riqueza, trabajo o desempleo, calidad de vida o vulnerabilidad. Entonces, cuando vean a algún analista decir “no todo es economía, dejen de preocuparse por la economía”, sean críticos. La reforma falló y empobreció a millones de peruanos, y sus efectos se dejan sentir hasta hoy en el agro.

¿Cómo así? En resumen, las empresas agrarias de producción asociativas, las llamadas cooperativas que se crearon con la reforma, no fueron eficientes ni productivas. Por ello, la mayoría se desintegró, lo que generó un proceso masivo de parcelación individual de tierras (minifundismo). Esto terminó por descapitalizar el campo. Sin empresas ni inversión privadas, el agro fue condenado al atraso.

Sin embargo, el socialismo de hace medio siglo no volverá. Era otro contexto y otra época. Ahora enfrentamos a un socialismo populista o un populismo socialista diferente. De lo que sí nos puede dar luces Velasco sobre nuestra coyuntura actual es que el militarismo sigue teniendo influencia y poder en Perú.

En la última encuesta “El Poder en el Perú” de Semana Económica, el jefe del gabinete, el general en retiro Walter Martos, aparece como el segundo personaje más poderoso del país, detrás del presidente Martín Vizcarra. Y según la misma encuesta, la aprobación de la gestión de Martos es superior a la del presidente. Es uno de los pocos que aprueba el examen, superado solo por dos mujeres, Toni Alva y Pilar Mazzetti, pero ellas tienen un rol sensible, concreto y medible; a Martos no se le puede atribuir nada más que su liderazgo político, simple y pétreo.

Vizcarra y Martos se saludan en un acto público (Foto: Andina)

Y lo de Martos demuestra algo más: mientras los varios políticos y técnicos que han pasado por el gabinete ministerial no pudieron proyectar solidez alrededor de la figura presidencial, el general en retiro sí, pese a que antes de la pandemia no era conocido ni popular. En el ámbito castrense y el sector público sí, pero no era un personaje mediático.

Así, la encuesta parece confirmar que los peruanos seguimos siendo militaristas. Más de lo que lo admitimos en público. A la pregunta «¿quiénes son los que más influyen en el presidente? La respuesta es Martos. Y a la pregunta ¿a quién debería escuchar el presidente? Los resultados ponen a Martos tercero, detrás de Toni Alva y Julio Velarde, actores ineludibles en tiempos en que intereses, deudas y reprogramaciones ocupan el debate. Martos siempre aparece en la foto.

¿Qué o quién le ha dado entonces esta legitimidad automática y consistente, en solo algunas semanas? Definitivamente su trayectoria, bastante limpia al parecer, pero sobre todo su procedencia militar, porque su figura se asocia a una idea de seguridad, más aún en tiempos de crisis.

Las Fuerzas Armadas tienen poder e influencia, por lo que caben algunas preguntas: ¿Cuál será su rol en el futuro? ¿Qué ideología o ideólogos nutren a sus nuevas promociones? ¿Qué historia o modelo de desarrollo les enseñamos en Chorrillos, Surco o el Callao?

Economista enfocado en lo financiero y políticas públicas, doglover, la pandemia me regresó al mundo gamer. Una sociedad educada y con libertad económica es lo primordial para el desarrollo
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