El presidente Pedro Castillo al parecer se olvidó que la campaña ya terminó y que ahora que le toca gobernar, lo que implica empezar a tomar decisiones y a resolver las crisis que él mismo generó y que se han dado una tras otras desde que designó a varios ministros no solo con prontuario político, judicial o penal, sino también con nula capacidad técnica o experiencia para los cargos que desempeñan.
Sin embargo, en lugar de rectificar y enmendar el rumbo de su gobierno, optó por defender a esos altos funcionarios cuestionados, incluido al ministro de Trabajo, Iber Maraví, pese a las denuncias y evidencias de sus nexos con el terrorismo que hacen insostenible su permanencia en el gabinete.
“No me van a poner la agenda”, dijo en un discurso en Satipo, Junín, donde incluso trató de justificar su decisión con la excusa de que la oposición busca tumbarse a sus ministros para “colocar” a sus aliados, pero olvida que él es quien elige a su gabinete junto con su primer ministro, Guido Bellido, quien precisamente provocó la última crisis del gobierno por una agresión machista y misógina que denunció la congresista Patricia Chirinos (Avanza País).
En solo un mes, las sucesivas crisis de su gobierno acentuaron la imagen de Castillo como un mandatario improvisado que no ha podido abandonar su papel de candidato y su discurso de sindicalista.
“Invito a estos señores que están pregonando tantas cosas y tildando a los ministros de tal cosa a debatir en el mismo corazón del Vraem. A los congresistas, vamos al Vraem a debatir sobre la gran crisis que tiene el país y vamos sin zapatos, señores, vamos a conversar allá, salgan de sus pupitres”, retó Castillo Terrones a la oposición parlamentaria.
Demogogo y populista
Pero lo cierto es que el presidente Castillo no ha dado una sola entrevista desde que juró al cargo, lo que agrava la incertidumbre sobre el rumbo del país. Solo se pronuncia en uno que otro tuit, o en eventuales e improvisadas ruedas de prensa; o en plazas donde insiste en un discurso que confronta y divide, como el que dio hace casi dos semanas en Villa María del Triunfo, cuando dejó entrever que el alza de precios es un complot del sector privado, lo cual es falso, como lo hemos explicado aquí. “No vamos a permitir que por situaciones políticas los monopolios hagan lo que quieren”, dijo.
Aquella vez también anunció “sorpresas” en cuanto a los precios de los alimentos y el gas, pero hasta ahora no hay ningún anuncio o medida en ese sentido. Este martes en Satipo se volvió a referir al tema. “Estamos batallando para que, a la brevedad posible, concerniente a la canasta familiar, estamos poniendo el pecho, (para) que no solamente baje el costo del gas, el aceite y el pan, momentáneamente, sino que el alimento y bocado de la familia peruana no se debe politizar. Por eso vamos a ponerle fe y empeño”, dijo.
El sombrero le quedó grande
La falta de liderazgo de Pedro Castillo para tomar decisiones y resolver las crisis en Palacio solo agrava el caos y el desgobierno que dominan su gestión. ¿Cómo pretende gobernar y atender los problemas del país si no es capaz de generar confianza y tranquilidad, que son claves para que la economía se estabilice y la inversión, sobre todo la privada, se reactive?
Hasta ahora, el presidente ha dado muestras de sobra de que no está a la altura del cargo ni de los retos que tiene el gobierno por delante, con una tercera ola encima y con una inflación que en los últimos 12 meses ya llega a 4.95%, el nivel más alto en 12 años. Los problemas reales y urgentes del país son muchos, pero las capacidades de lo que están en el poder para atenderlos son muy pocas.