Hace unos días mi prima Rosario me llamó sollozando porque había perdido su empleo de más de 10 años en una pequeña empresa de calzado en Trujillo. Su empleador había intentado por todos los medios retenerla a ella y a otros compañeros, pero el negocio cayó en picada desde que inició la emergencia sanitaria en el país. “No ha sido su culpa. He visto cómo intentó salvar la empresa, pero ni siquiera pudo acceder a Reactiva Perú. Ahora no le quedará de otra que pasar al sector informal”, me contó.
Es terrible escuchar y leer las noticias sobre la gran cantidad de personas (muchos amigos y familiares como mi prima ‘Charo’) que han perdido su empleo en esta pandemia. Según los reportes oficiales del INEI, más de 6 millones 300 mil personas se han quedado sin trabajo en nuestro país, y esto solo en el segundo trimestre del año (cierre de junio).
Más preocupante aún es que entre los principales afectados se encuentran las mujeres, los jóvenes y adultos entre los 25 y 44 años, profesionales con educación superior, y – sobre todo – personas que se desempeñaban en las Micro y Pequeñas Empresas (Mypes). Es decir, toda una fuerza laboral que ahora se encuentra ‘pateando latas’ y que no solo ha dejado de llevar un pan a la mesa de su hogar, sino que también ha pasado a ser parte un sector que no contribuirá con el pago de ciertos impuestos al país, lógicamente de manera involuntaria.
Según comentaba hace unos días mi colega Jorge Picón, para este año el Estado había previsto una recaudación de S/ 110 mil millones de soles, superior en 5% a lo recaudado el 2019; sin embargo, ese escenario es imposible que se dé hoy por todo lo acontecido en esta pandemia y, más bien, los expertos calculan una caída entre 12% y 15%, es decir, S/ 20 mil millones menos. Esto último es un problema mayúsculo, que se verá reflejado en el mediano plazo, por ser la recaudación tributaria el principal financiamiento del gasto público de los años venideros.
La situación se agrava cuando vemos que la economía informal asciende al 70% (algunos ya hablan de 80%), disminuyendo cada vez más el grueso de contribuyentes (entre empresas y personas naturales) que aportan con la recaudación tributaria en el país. Una cifra que me dejó muy sorprendida del último estudio del IPE y ComexPerú es que, de cada 100 trabajadores, solo 28 son formales, y de esta cantidad solo nueve pagan impuesto a la renta. ¿Cómo hacemos para revertir esta situación?
La receta parecería ser tan simple como compleja, mis queridos #tribus, pero desde aquí lanzamos esta idea de manera general: ampliar la base tributaria de nuestro país, incluyendo poco a poco a ese 70% que pertenece al sector informal, a la vez que el Estado incentiva la generación de empleo formal con políticas más flexibles para todos aquellos que pueden y quieren invertir en nuestro país.
No se trata entonces de que la Sunat haga una ‘cacería de brujas’ a los nuevos emprendedores, sino de motivarlos a su formalización con medidas beneficiosas y favorables para ambas partes; tampoco se trata de seguir asfixiando con nuevos impuestos a las grandes y medianas empresas, que querámoslo o no, han sido la espalda financiera del país en los últimos 30 años. Se trata de hallar un equilibrio para tener un Estado más efectivo en recaudación, que nos permita obtener más recursos y que a la larga (o mejor aún, en el corto o mediano plazo) se traduzca en una eficiente gestión: más obras y mejores servicios.
(Foto de cabecera: Andina/Efe)