La Comisión de Defensa del Consumidor del Congreso aprobó la semana pasada el dictamen que propone establecer topes a las tasas de interés del sistema financiero. “Bacán… por fin esos usureros de los bancos no cobrarán lo que se les da la gana”, dirán algunos. Aunque la medida suena bien, acá te vamos a explicar por qué, en este caso, lo que suena bien no es lo mejor para el país.
La determinación de las tasas de interés responde a las estructuras de costos de las entidades financieras y al comportamiento pasado (perfil que le llaman) de quien recibe el crédito. En simple, una tasa de interés que los bancos cobran por prestar dinero (le llaman tasa activa) representa la suma de 3 costos:
Costo de fondeo: cuando vas al banco y dejas tu plata por un tiempo, este te paga una tasa. Aunque la mayoría de casos es muy pequeña (una miseria en realidad), al ser varios los depositantes, es una variable importante. A esa tasa se le llama tasa pasiva.
Costo de riesgo crediticio: Esta variable lo que considera es la posibilidad que te hagas el loco y no pagues el crédito. Puede darse el caso que nunca quisiste dejar de pagar, pero por cosas de la vida, incumpliste. Recuerda, a mayor riesgo, más tasa de interés te cobrarán.
Costos operativos: Es aquella persona que te llamó para brindarte el crédito, el personal que te atiende cuando vas al banco a pagar o que da el soporte digital cuando haces el pago virtual. Es decir, gastos de personal. Son gastos regulares de evaluación, seguimiento, atención y cobranza.
¿Quiénes pierden con los topes?
Las familias y empresas con menores recursos que requieren financiamiento, porque estarán por encima del tope al presentar características, sobre todo, de mayor riesgo.
No solo ellos se verán afectados. Algunas entidades financieras de menor tamaño, como cajas rurales o municipales, porque son justo las que se enfocan en clientes de mayor riesgo crediticio (como emprendedores o pequeños comerciantes).
O sea, una medida como la que pretende imponer el Congreso significará que los bancos solo prioricen a clientes con menor riesgo crediticio (los de mayores recursos) y que representen menores costos operativos.
No tiene sentido afectar a quienes más necesitan financiamiento, peor aún en época de crisis, lo que los empujará al mercado financiero informal, con los peligros que ello implica: intereses de usura, estafas, extorsiones y cobranzas violentas. Es decir, te van a enviar la moto.
¿No creen? Miren este dato del BCR: el interés promedio que se cobra a las mypes por préstamos informales es de 792% anual, muy por encima al 45% anual que ofrece el mercado formal a las micro y pequeñas empresas.
¿Quieren más evidencia? Un informe del Instituto Peruano de Economía (IPE) y El Comercio evidencia lo mal que les fue a los países vecinos que fijaron topes a las tasas de interés en sus sistemas financieros:
- En Colombia, en el año 2000, se aprobó que una tasa que excediera en 50% el costo promedio de un crédito configuraría delito de “usura”. ¿Qué pasó? Hubo un efecto negativo sobre el acceso y la cantidad de créditos. Al final eliminaron la ley.
- En Chile, modificaron la tasa máxima convencional y ello afectó entre 151 mil y 227 mil clientes con créditos pequeños de capital de trabajo.
- En Paraguay, un límite a las tasas implicó eliminar casi 130,000 tarjetas de crédito, lo que generó que no accedieran a más respaldo financiero formal.
Como hemos explicado antes en Piensa.pe, para reducir las tasas de interés en el sistema financiero es clave promover la competencia: deben ingresar más bancos al mercado con una oferta dirigida a ese 50% de peruanos que no tiene acceso hoy a un crédito. También se debe fortalecer la inclusión y la educación financiera a través de los canales digitales.
La medida de imponer topes solo implicará restringir el acceso a los que, por diversas variables, tienen más riesgos y menos recursos. Solo incentivará un sector, cuyo lema es “te mando la moto”. ¿Eso queremos para las familias y emprendedores-empresarios del país?