Hola. Estoy muy seguro que en los últimos meses, por el periodo electoral, habrás escuchado o leído noticias donde cuestionaban a los candidatos presidenciales sobre su respaldo a la actual constitución, aprobada en el año 1993, o si respaldaría un cambio total de la constitución. También otro cuestionamiento muy popular fue sobre el respeto o no a la autonomía del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) y, finalmente, sobre el respaldo al presidente de su directorio, el señor Julio Velarde.
Dichos cuestionamientos generaron debates alrededor de lo que podría llegar a realizar el futuro presidente o presidenta del país, en especial sobre la institucionalidad, cuya definición descansa, principal y formalmente, sobre la vigencia de la actual constitución política del año 93. Y es que las instituciones son las “reglas de juego” mediante las cuales los ciudadanos interactúan socialmente. En ese sentido, es importante que la ciudadanía siga prestando atención a los cambios que se plantean al documento jurídico más importante, la constitución.
Cuando ya se han definido las reglas de juego en una sociedad, se crean organizaciones, las cuales están integradas por ciudadanos que ayudan a conseguir los objetivos de las instituciones para las cuales han sido creadas. Así, una organización es una institución, pero una institución no tiene que ser una organización. Esto se explica mejor con el caso que mencionamos al inicio sobre el BCRP, donde era importante que los candidatos presidenciales respeten su autonomía. De acuerdo a la constitución, esta institución pública tiene como finalidad preservar la estabilidad monetaria, de la cual se desprenden sus cuatro funciones. Dicha “regla de juego” no debería cambiar ante el ingreso de nuevos políticos u organizaciones, dado que el BCRP ha desempeñado su papel de manera exitosa y ha logrado conseguir la confianza de la población.
Por otro lado, respecto a las organizaciones y en línea al último ejemplo, ¿es indispensable que el señor Julio Velarde continúe a la cabeza del BCRP? En principio, no. La institución pública debe permanecer firme en sus funciones y su finalidad, independientemente de las personas que lo lideran. Sin embargo, con Velarde, jugó otro factor que es importante para las instituciones públicas y su mensaje para la ciudadanía, la meritocracia.
Los países que han logrado conseguir un crecimiento económico sostenido y altos índices sociales, hace décadas optaron por el camino de tener instituciones sólidas, con reglas de juego claras para sus ciudadanos. Definitivamente, como país es un camino que también debemos de considerar.