Empecemos un debate. Las mejores películas de la saga Star Wars fueron las 3 primeras creadas entre los años 70 y 80. Las nuevas no se le comparan tanto. Algunos dirán “no me gusta Star Wars; no pienso ver ninguna película… muy antiguas”. Pucha si no te gusta, déjame decirte que estás en el lado oscuro. En resumen, la saga narra la batalla de un grupo de rebeldes, ayudados por individuos con poderes sobrenaturales, contra un régimen que tomó el poder de una gran república.
Los rebeldes no aceptaban que un grupo de gobernantes, con el fin de “garantizar el orden y la seguridad en la sociedad”, impusiera su visión de las cosas, decida por otros lo que mejor les convenía, implanten un sistema imperial y considere como enemigos a aquellos que pensaban distinto. El imperio avanzaba invadiendo planetas e imponiendo su ideología, la cual tenía que respetarse a como dé lugar.
Con esta clara muestra, creo que podemos calificar a los imperios como malos. Concentran el poder, normalmente en una sola persona (y otras detrás), imponen una sola visión sin aceptar opiniones distintas, estandarizan la forma de pensar y donde existen diferencias tratan de eliminarlas. Pero ¿saben qué? Existe un imperio al que todos los ciudadanos debemos someternos más de lo que te sometías a la chancla de tu madre, y que debemos velar por que se cumpla. Este es el llamado Imperio de la Ley.
Básicamente se refiere a que la libertad del ciudadano se reemplaza por la colectividad. ¿Qué cosa? ‘Creí que Piensa.pe defendía las libertades individuales y ahora defiende al colectivismo’. ¿Qué les pasa? Aguanta un ratito. Sucede que el ciudadano renuncia a su yo, pero bajo una garantía: que esta subordinación sea igual para todos. El que te sometas al imperio de la ley, conlleva limitar tu libertad y aceptar un castigo por incumplirla. Todos somos iguales ante la ley y nadie está por encima de ella.
Ello permite tener reglas claras. Te va a dar un manto de protección porque sabrás cómo, dónde y cuándo jugar y qué esperar si incumples. En cambio, al incumplir y que no pase nada se crea la sensación de que el derecho pase a ser arbitrario. Una conocida frase resume lo anterior: “Para mis amigos todo, para mis enemigos la ley”. Por tanto, el que agaches la cabeza ante ese imperio, te permitirá invocarlo en todo momento. ¿Por qué? Porque someterse al poder de la ley, nos lleva a ser iguales. Todos tienen la misma protección. De lo contrario, aquí sí aparecen los privilegios: saltarse la ley en virtud de beneficios personales.
¿Cómo evaluamos que el imperio de la ley se esté cumpliendo? Con 3 importantes variables.
Derechos de propiedad
En simple, es el derecho de que toda persona explote, goce y use sus bienes como le plazca y dentro de la ley. Sin embargo, en el Perú se enfrentan dos graves problemas: extorsiones y usurpaciones. Gran amenaza sobre la propiedad privada. Organizaciones criminales o mafias se dedican a destruir o apropiarse de propiedad que no les pertenece. A legítimos dueños se les roba y, estos para recuperar su propiedad, pasan por penurias y trabas legales, conducidas justamente por estas mismas mafias. Veamos el Gráfico N°1. En este se muestra la cantidad de delitos contra la propiedad (patrimonio).

Del total de denuncias que la policía recibió en el 2018, el 70% fueron o tuvieron relación con el patrimonio de personas y empresas. Miren en cuánto cerró el 2018: más de 315 mil denuncias. Un 19% más respecto al 2017. Otra forma de verlo es que, por cada 10,000 personas, 100 presentan denuncias dado que su patrimonio está siendo afectado. Lo peor, ¿cómo saben las mafias? Porque los de “adentro” (en el Estado), personas que deben velar con el cumplimiento de proteger la propiedad privada, como policías, fiscales y jueces, pertenecen a esas mafias.
Creo que en esta variable vamos jalados. Hasta la tendencia es clara… las tasas de personas que no pueden cuidar su patrimonio van en aumento. ¿Qué hace el Estado para cambiar esta situación? ¿Cuándo será que las mafias tengan miedo de actuar y no sea el Estado?
Integridad del gobierno
Tenemos gobierno, pero no un Estado que pueda ofrecer las mínimas garantías a todas las actividades en todo el territorio nacional. Existen zonas donde gobierna, no la ley, sino el crimen organizado, o si quieres, la ley del más fuerte o de la selva. Mencionemos dos casos.
En las azucareras no funciona la ley. Están manejadas por bandas o grupos mafiosos que usan herramientas ajenas a esta para poder hacerse del control de cada una. A la vez, la situación del Valle del Río Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM) es otra área donde rige lo ilegal y una fuerza brutal predomina: el narcotráfico.
¿Cómo poder enfrentarlo cuando la población no confía en las instituciones? Veamos el gráfico N°2. Las instituciones con menos confianza. En el 2018, los partidos políticos, aquellos de donde salen los “líderes” que van a gobernarnos y ejecutar estrategias de lucha contra lo que amanece al Estado: 92% de la gente desconfía de ellos.

Aunque el contacto más cercano que el ciudadano posee con el aparato estatal no está en este gráfico (al 2018), que es la Policía Nacional, sí sorprende que lo siguiente más cercano, las municipalidades, tengan tan alta desconfianza.
¿Cómo cierra esta variable? Pues jalado, ¿no? No hay integridad con este nivel de desconfianza. ¿Cómo el Poder Judicial implantará el imperio de la ley si la ciudadanía desconfía de ellos en un 83%? Imposible.
Eficacia de la justicia
¿Qué causa la corrupción? La existencia desmedida y sin sustento de regulaciones y trámites burocráticos. A más leyes, más corrupción. Nuestros ¿padrastros? de la patria (legisladores) y funcionarios tienen incentivos perversos de crear más reglas, leyes, reglamentos, procedimientos, porque ahí están las oportunidades de sacarle más plata a los ciudadanos por lo bajo.
¿Por qué esto es importante? Porque la corrupción es el principal problema del país. Ya no es la pobreza ni la inseguridad ciudadana. La coima está presente en nuestra sociedad y pasa como algo normalizado. Entendamos, la coima será directamente proporcional a la dificultad que la burocracia nos imponga.
Ok, ¿qué tiene que ver esto con la eficacia de la justicia? Los escándalos de corrupción provocados por empresas privadas como varias constructoras, aunque ya son públicas y se conocen gran parte de los hechos, aún siguen generando grandes costos para los ciudadanos. Y, ¿qué ha hecho la justicia? Hasta ahora, no existe un solo condenado por esos hechos y han pasado años. ¿Cuánto te demora un juicio? ¡Años! Es un patrón recurrente del sistema judicial.
“Es que la justicia tarda, pero llega…”. No chochera. Una justicia que tarda no es justicia. ¿Y sabes a quién más afecta? A la gente de menores recursos. Ahí, con un mal sistema de justicia, creas desigualdad. Lo poco que produce o crea, mafias se lo llevan. ¿Qué hace? ¿Meter dinero a una denuncia y a un juicio, que durará años, para correr el riesgo de que, la otra parte coimee al juez? No pues. Prefiere ya no hacer nada y reducir la pérdida. Tiempo, dedicación, esfuerzo, capital, tirado al agua.
Con esto está claro que un importante pilar de desarrollo está con los cimientos que se tambalean. ¿Así creemos llegar a niveles de Chile, Europeos o de la OCDE? ¡Jamás pues!