Como hemos analizado antes, el camino seguido por países con gobiernos populistas ha tenido un destino sombrío para sus habitantes. Tenemos como evidente el caso de Venezuela, pero también el del gobierno de Evo Morales en Bolivia. Sin embargo, el Perú también tuvo su «ruta hacia el populismo», donde sufrimos lo mismo que hoy estos países sufren: escasez, pobreza, aislamiento y atraso. ¿Qué tienen en común todos estos gobiernos?
En el caso del Perú, este patrón se cumplió con la dictadura de Juan Velasco Alvarado y luego con Morales Bermúdez, ambos presidentes del «Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada«. En primer lugar, se empieza desde una situación en la que el país tiene capacidad para gastar y endeudarse. En este contexto, los empleados públicos pasaron de 197 a 359 mil entre 1969 y 1978.

Por este incremento en planillas, así como en gasto militar y en empresas públicas con déficits, el gasto público se disparó. En el Perú, cuando llegó Velasco al poder el déficit fiscal era de -1.7% del PBI y la deuda pública apenas 15.3%. Al final del gobierno militar el Perú alcanzó una deuda pública de 41.3% y un déficit fiscal que llegó hasta 12.3% del PBI. Con esto, el Estado crea la ilusión de que las cosas van mejor.

En el caso de Bolivia, el populismo inició en 2006, cuando asume el poder Evo Morales, luego de que el Banco Mundial condonara la deuda pública del país. Esto permitió que Evo aumentara el gasto público durante años, sumado a que empezó un boom del precio de los recursos naturales que duró hasta 2014. La deuda en Bolivia ha empezado a subir a partir de que el gas natural dejó de pagar las cuentas, con déficit fiscales entre 7 y 8% del PBI.

¿Qué viene después? Luego de que el gobernante empieza a gastar a niveles exorbitantes a través de compras públicas, esto aumenta la demanda agregada del país. Pero como la riqueza no se crea consumiendo más, sino produciendo más, empiezan los problemas. ¿Quiénes producen en la economía? Las empresas y los trabajadores. Si se tiene la misma tecnología, fábricas y capital humano, aumentar la demanda con el gasto público sólo mejora el presente a costa del futuro. No crea nueva riqueza.

Al consumir más en el corto plazo, se está con ello quitando recursos en el ahorro privado y público del país. Sin ahorro no hay inversión; ni pública ni privada; y si le sumamos a ello la fuga de capitales por el mal clima político lo que tenemos es la caída de la inversión. Por eso, en el Perú cayó la inversión total de 18% a 16% entre la década del 50 y la década del gobierno militar.

Con menos inversión no crece el stock de capital. Sólo el capital productivo permite que el país crezca consistentemente y aumente la riqueza. Si la gente consume más, pero se produce lo mismo en el país, ¿qué pasa? Suben los precios, sube el dólar y suben las importaciones. Es decir, hay inflación, devaluación del tipo de cambio y déficit comercial. Y esto es lo que pasó: la inflación sube de 5.7 a 73.9% en 10 años.

Como esto no le gusta al populista porque lo hace impopular, prohibirá los efectos que él mismo ha creado: prohibirá las importaciones, controlará el tipo de cambio e impondrá topes a los precios. Esto ya sucedió en épocas del gobierno militar: los aranceles efectivos a las importaciones aumentaron de 15 a 105%. Esto produjo escasez y perjudicó al consumidor.

¿Qué pasa después? El país se estanca mientras la población sigue creciendo a un ritmo constante. El crecimiento del país y la productividad decayeron mucho durante estos años. Mientras en las décadas anteriores al gobierno «revolucionario» de Velasco, crecimos entre 2.5 y 3.0% al año; en la década de los 70 el crecimiento cayó a apenas 0.5%. La productividad se desplomó.

Sin mayor productividad en la economía los salarios no crecen. Por eso, a partir de 1973, tanto el salario medio real como el salario mínimo no hicieron otra cosa más que bajar. Sin crecimiento no aumenta la demanda laboral, y con ello el trabajo «se abarata» generando falta de ingresos en las familias. ¿Resultado? Pobreza.

Y es que Velasco inició un proceso de declive económico que llevó a más de la mitad de peruanos a la pobreza. Sólo luego de una serie de reformas se pudo iniciar el proceso de reducción de pobreza que vivimos entre 2004 y 2019. Para llegar a niveles de pobreza de 1970 (35%), el Perú tuvo que esperar hasta el 2009: 40 años nos demoró el poder recuperarnos de un gobierno populista y derrochador como el de Velasco y sus sucesores.

¿Queremos regresar a esta realidad? ¿Tendremos claro el riesgo que un eventual gobierno de Pedro Castillo y Vladimir Cerrón representan para el país? De efectuarse esta ruta hacia el populismo podríamos obtener, en el mejor de los casos, un atraso de entre 20 y 40 años, y en el peor, hacia un camino de no retorno como el de Venezuela.