“El pueblo” es la palabra más usada por el presidente Pedro Castillo. Habla en nombre del “pueblo” y por el “pueblo”. Tú, yo, nosotros. ¿Pero quién o quiénes son el “pueblo”? Se supone que somos todos, los que votaron y lo que no por este gobierno que en solo 40 días ha sumido al país en una de sus peores crisis política y económica, pero lo cierto es que el “pueblo” es una suerte de entelequia palaciega.
Entonces, en los hechos, ¿podemos decir que Perú Libre es el partido del «pueblo»? Veamos.
Hace poco, el alcalde de la Municipalidad de Chillca (Huancayo), Carlos de la Cruz, de Perú Libre, fue agredido con golpes y perseguido con piedras en mano por sus propios electores que sufren su mala gestión. No tienen agua, desagüe ni saneamiento.
De la Cruz es un alcalde ‘dinámico’, pero no por su eficiencia para trabajar por su “pueblo”, sino para coordinar los aportes que financiaron los viajes a Lima de simpatizantes de Perú Libre con dinero público durante la campaña. ¿Acaso este dinero no es para las obras que tanto le faltan a sus pobladores?
En un audio que tiene la fiscalía anticorrupción de Junín en su poder, De la Cruz habla con Arturo Cárdenas Tovar, hombre de confianza de Vladimir Cerrón y secretario de organización de Perú Libre, sobre el financiamiento del traslado de personas a la capital.
Cárdenas, alias ‘Pinturita’, que está prófugo de la justicia, pero sí muy activo en Twitter para defender a su ‘jefe’, revela que cada viaje, de ida y vuelta, de un bus con 60 pasajeros a bordo tiene un costo de S/ 1.800.
“¡No más pobres en un país de ricos!”
¿Y cómo tratan a todas esas personas que trajeron a Lima ? Los tienen viviendo en condiciones precarias en el local de Perú Libre en Breña, que fue intervenido por la fiscalía. Ese inmueble fue comprado por US$220 mil, pago que se realizó en tres armadas, entre octubre del 2019 y marzo del 2020. Esta operación está bajo sospecha.
El primer piso de ese local lo ocupan militantes del partido provenientes del interior del país, sobre todo de Junín. Duermen en viejos colchones en el piso, sin sábanas y con apenas una frazada, lo que contrasta con las comodidades del despacho de Cerrón en el tercer piso. En su oficina y dormitorio se encontraron más de S/2 mil y US$2 mil en efectivo, además de licores caros.

Pero eso no es novedad. Cerrón ha dado muestras que sí sabe gastar y vivir bien. Cenas y recepciones en los mejores restaurantes de Lima y bacanales con whisky de por medio, mientras en Junín muchas personas que creyeron en su partido no tienen servicios básicos.
El despacho presidencial ha gastado solo en agosto más de 95 mil soles. Por ejemplo, se han emitido órdenes de compra por concepto de “suministro de productos cárnicos, carne de res, cerdo, cuy, carnero y vísceras de res ítem paquete N1”, por un valor total de S/19,524.
Está muy bien que el presidente Castillo, sus colaboradores e invitados se alimenten muy bien, pero afuera, la gente de a pie, siente cada vez más en sus bolsillos los efectos de un gobierno que no ata ni desata, pero sí mantiene a un premier y varios ministros con vínculos filosenderistas, y a otros sin ninguna capacidad ni experiencia de gestión. En poco más de 40 días, el jefe de Estado ha dado las muestras suficientes de que no está a la altura del reto que tiene enfrente.
Ese es el gobierno del “pueblo”.