Nuestro Congreso, el martes de esta semana, aprobó una nueva moratoria de ingresos al país de Transgénicos, o los también llamados Organismos Vivos Modificados (OVM) hasta el 2035. En el 2011, ya había existido una primera moratoria, que fue por 10 años (la cual vencía en diciembre del próximo año). La de ahora, va por 15 años más.
¿Por qué esta moratoria? Antes de responder esta pregunta, debemos explicar qué son los transgénicos y por qué causan tanto debate. Los Transgénicos o los OVM, aunque también se les encuentra como Organismos Modificados Genéticamente (OMG), son seres vivos creados artificialmente con técnicas que le introdujeron genes de virus, de bacterias, de vegetales o de animales a las plantas o a los mismos animales.
“¿Es en serio? No, tenemos que impedir que esas cosas ingresen al país; en vez de aplicar una moratoria, deberían prohibir por siempre su ingreso; no tenemos el derecho de manipular organismos; quieren que comamos fruta con sabor a carne, el maíz olerá a pescado; nos quieren hacer infértiles para reducir a la población”, etc. Estos son algunos comentarios que se han leído en las redes sociales.
Tranquilidad. Hemos alterado a las plantas y animales desde hace milenios. ¿Qué hace que los transgénicos sean diferentes y se arme todo un debate? En que esas alteraciones eran prueba-error. En otras palabras, existía una variable de suerte. Con los transgénicos, a través de la ingeniería genética, el factor suerte lo descartamos. Podemos elegir las características que queramos: un arroz que requiera menos agua para crecer, que cualquier fruta crezca más grande o que nuestro café de Villarica sea más fuerte a la Roya Amarilla.
Unos de los argumentos más importantes contra los cultivos transgénicos, y sobre todo en el Perú por su gran diversidad, es que los cultivos pueden mezclarse con los tradicionales u orgánicos e introducirles características no deseadas. Ello a través del polen que viaja por el viento o por la propia transmisión de los insectos. Especialistas en el tema consideran que los cultivos deben estar relacionados para que se dé una mezcla o, en todo caso, pueden crearse zonas de amortiguamiento para evitar cruces no deseados.
El otro argumento en contra, relacionado con el anterior, es que si la comida que se obtiene de cultivos transgénicos es segura como los tradicionales. Aquí la comunidad científica es tajante: “Después de 30 años y miles de estudios, la ciencia determina que comer plantas transgénicas no tiene mayor riesgo de aquellas no transgénicas”. Si deseas comprobarlo, te dejamos este artículo The National Academies of Sciences Engineering Medicine (elige la descarga gratuita… eso sí, es un poco extenso).
El problema real de los transgénicos es un tema comercial. Para la industria de los pesticidas es un gran negocio y algunas ya tienen patentadas varias semillas que constituyen monopolios. La más conocida a nivel mundial es la estadounidense Monsanto que ha tenido sus roches en Europa y la India.
Dado lo anterior, ahora sí podemos responder a la pregunta planteada al inicio: ¿por qué otra moratoria? El Dr. Alexander Grobman, para el portal AgroNegociosPerú, sostuvo que “el Perú ya podía emprender el rumbo de la biotecnología con bioseguridad, (…) la oposición viene desde el sector de los cultivos orgánicos que creen que en el futuro sustituirán a los cultivos convencionales y transgénicos. Ello es una fantasía. El cultivo de orgánicos no alcanza ni al 3% de toda el área cultivada mundial”.
Para el mismo portal, el Dr. Enrique Fernández-Northcote indicó que “se tienen los conocimientos necesarios para realizar el análisis de riesgo caso por caso, sobre base científica, y tomar decisiones para permitir o no el ingreso de OVM para fines de crianza o cultivo, (…), reduciendo, al mínimo, los riesgos a nuestra biodiversidad, salud humana y medio ambiente, y por el contrario, favoreciéndonos”.
Muchas instancias estatales, que eran las encargadas de implementar normativas, regulaciones, planes de acción, capacitaciones, inversiones en investigación y ciencia durante la primera moratoria, alegaban no haber podido cumplir con sus obligaciones. ¿A quién creerle? Sabemos que el Estado es siempre lento e irresponsable en sus deberes. Pero, ¿y si hubo otros intereses? Los transgénicos nos pueden ayudar del mil maneras, desde mejorar nuestra dieta a enfrentar, de forma innovadora, el cambio climático. Pero ahora, debemos esperar 15 años (¡15 años!) para que el aparato estatal esté a la altura e inicie la adecuación necesaria para competir con esa nueva tecnología.
Así que estate tranquilo, ingerir o comer productos con ingredientes transgénicos no te hará que mutes en una mosca o que te salga un pie en la frente. El tema con ellos ahora es netamente comercial, por lo que tenemos que llegar a acuerdos regulatorios. Como ciudadanos que tributan y mantenemos a un Estado oneroso debemos exigirlo. Además, como ya quedó demostrado, #SinCienciaNoHayFuturo; y esta pandemia nos lo demostró de la peor manera.