La gira del presidente Pedro Castillo por México y Estados Unidos dejó muchos titulares, pero quizás lo que acaparó la mayoría de portadas esta semana fue su reunión secreta con el dictador Nicolás Maduro, líder del régimen chavista, acusado de violaciones a los derechos humanos.
A puertas cerradas
Es muy criticable que, con estos encuentros, el presidente de alguna manera avale gobiernos autoritarios, cuando la postura de Cancillería ha sido opuesta durante los últimos años. Peor aún es que la reunión, que debería estar en agenda y ante la prensa mundial, sea llevada a puertas cerradas, sin saber realmente qué temas trataron y cuál fue el motivo de esta.
Al mismo tiempo que conocíamos estos hechos, gracias al berrinche del premier Guido Bellido en Twitter, y por el propio Maduro, quien confirmó la reunión durante una de sus típicas intervenciones en televisión nacional, Castillo cometía otro acto de “diplomacia” muy revelador en la asamblea general de la ONU.
Desplante a Brasil
Durante el discurso del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, Pedro Catillo se marchó del hemiciclo de las Naciones Unidas, sin mayor aviso. Este gesto puede interpretarse como un desprecio hacia al mandatario brasileño, lo cual es un grave error, considerando nuestras relaciones comerciales con el gigante sudamericano.
Dicen que la diplomacia es el arte de los gestos, pues en este caso tenemos dos de parte del presidente que son muy claros. Reunión en secreto con Maduro y “espaldazo” a Bolsonaro. ¿Pero si hacemos una comparativa de ambos países y lo que significan para nuestra economía nacional, se puede justificar semejante actitud de Castillo?
Veamos.
Brasil vs. Venezuela
Brasil es el socio comercial más importante del continente para nuestro país y es el tercero a nivel mundial. Las importaciones brasileñas representan un 5.8% del total, porcentaje que solo supera China y Estados Unidos.
Dependemos de Brasil para la importación de crudo de petróleo, vehículos diésel, barras de hierro, maíz duro amarillo, medicamentos, tractores, muebles de madera, aceite de soja, etc.
No dependemos de Venezuela para absolutamente nada, ya que nuestra balanza comercial con el país bolivariano no llega ni a los 13 millones de dólares anuales. Respecto a Brasil, esta cifra asciende los 2 mil millones de dólares.
Actualmente Brasil es la décimo tercera economía más grande del mundo, según el Fondo Monetario Internacional. Venezuela ocupa el puesto 91.
El ingreso promedio por persona de Brasil es superior a los 5 mil dólares. En Venezuela el ingreso promedio es más bajo que el de Haití. El ingreso per cápita de Haití este año será de 1.938 dólares, según el FMI, mientras que en Venezuela es de 1.541 dólares. La pobreza extrema en este país llega al 80 por ciento.
Por último, cabe resaltar que nuestra frontera más extensa es con Brasil. Bajo ningún indicador económico o concepto comercial se puede justificar las prioridades de Castillo.
¿Entonces por qué actúa así?
Diplomacia ideologizada
Pedro Castillo prioriza la ideología sobre alianzas comerciales o relaciones económicas. Para su gobierno, la ideología es lo que importa. Se muestra cercano al chavismo porque comparten sus ideas políticas.
No olvidemos que la primera opción de Castillo para Cancillería fue Héctor Béjar, quien dijo que se estaba evaluando la salida del grupo de Lima (entre muchas otras sandeces) que le costaron el cargo.
El dueño de Perú Libre, Vladimir Cerrón, el poder en la sombra del régimen, dijo en una entrevista que le hubiese gustado ser nombrado Canciller. No puede ocupar cargo público porque tiene una sentencia vigente por corrupción. Y por último tenemos el tuit de Bellido, donde básicamente le pidió a Óscar Maúrtua que renunciara por los comentarios del vicecanciller en contra de Venezuela.
Parece que el régimen chavista es un tema sensible para este gobierno que ya ha generado varios roces en el seno del Ministerio de Relaciones Exteriores. Lo último que hizo Castillo es una declaración de posturas y muestra el nuevo rumbo que pretende darle a las relaciones diplomáticas.
Antes el Perú se mostraba firme en contra de dictadores y figuras antidemocráticas, hoy nuestras autoridades comparten ideales y se reúnen con ellos en secreto.