Alimentando al monstruo
El hashtag #vergüenzanacional se volvió trending topic debido a las críticas que recibió el presidente Pedro Castillo por su discurso y aparición durante el CELAC celebrado en México, el pasado fin de semana.
Muchos usuarios, peruanos y extranjeros, se ensañaron con el presidente del sombrero en twitter, llegando incluso a compararlo con Cantinflas.

CRASO ERROR
Aunque las risas son buenas para el cuerpo, los peruanos que comparten estos posts y difunden este tipo de comentarios, están cayendo en la trampa de Castillo. Ellos quieren que te fijes en su ropa, que hables de su sombrero, que te burles de su forma de hablar.
En cierto modo, caer en juego es darle la razón a su discurso y refuerza su estrategia de victimización, que busca distraer la atención respecto a temas de fondo, como la improvisación de su gobierno.
No nos dejemos engañar
Es, como decimos, una estrategia política. No es ninguna coincidencia que la primera dama, Lilia Paredes, que ya se ha vestido con prendas formales en el pasado, fuera con una chaqueta de mezclilla a saludar a presidentes y embajadores durante la Cumbre de la Celac, ni que Castillo fuera el único sin traje ni corbata en la foto oficial del evento con los demás mandatarios.

No debe sorprendernos que Castillo nunca se quite el sombrero, ni que deje de recitar moralejas malcontadas, incluso cenando dentro de un local en Washington con inversionistas de alto calibre.
El poder de Castillo, como ya hemos analizado aquí, es meramente simbólico, y si hay que darle crédito en algo, es saber utilizar los símbolos a su favor. Por un lado, se posiciona como el defensor de los humildes y pobres ante el mundo. Por el otro, si recibe críticas por su apariencia, forma de hablar o falta de preparación, se victimiza y logra aumentar esta percepción. Es un círculo vicioso.
Perú Libre busca agudizar la frustración y malestar en sectores de la población vulnerables, legítimamente indignados, para luego revertir cualquier crítica con la narrativa del «rico» versus el «pobre», el «poderoso» y «abusivo» frente al «débil» y «olvidado», y así hasta el infinitum.
Criticarlo por las razones previamente expuestas no deviene en un análisis profundo o racional sobre el desastroso gobierno de Castillo, ni fomenta el debate sobre ello. El efecto es contrario, blinda al gobierno de cualquier duda razonable, los exime de responsabilidad, porque se escudan bajo el manto del racismo y clasismo, que son taras securales en nuestra sociedad.
Es la ‘coartada’ perfecta, una suerte de ‘inmunidad’ ante cualquier crítica y lo peor es que desvían la atención de los verdaderos problemas del país, para los cuales claramente no tienen propuestas ni soluciones. Y ahí está el éxito detrás de la estrategia.
Las críticas a Castillo deben ser fundadas, con argumentos serios (y hay muchos) que eleven el debate político y que logren convencer a aquellos votantes arrepentidos, que ahora ven desilusionados cómo este gobierno no ata ni desata.
Si caemos en la trampa de la «víctima» solo vamos a generar mas polarización, lo cual ayuda a alimentar al monstruo, no a destruirlo.