El presidente Pedro Castillo provocó la más grave crisis en sus seis meses de gestión y no parece ser consciente de la situación límite en que ha puesto al país por las malas decisiones que se ha empecinado en tomar, una y otra vez, sin ningún sentido de la responsabilidad ni aurocrítica, por lo que quedan pocas esperanzas de que pueda enmendar el rumbo, si es que alguna vez lo tuvo.
Los hechos, las cifras y los datos confirman que estamos ante un gobierno insostenible y un presidente sin los requisitos mínimos y elementales para dirigir un país, que implica tomar decisones que afectan a millones de personas. Castillo se ha tambeleado al borde del abismo por decisión propia de manera temeraria y casi suicida.
Que Pedro Castillo no estaba preparado para gobernar es una verdad de perogrullo que se sabía desde antes que gane las elecciones. Pero puesto ya ahí, el sentido común obligaba a que se rodee de la gente correcta, a delegar buena parte de la responsabilidad en personas idóneas y capaces, lo que implicaba un cuidadoso proceso de selección de funcionarios. Pero el presidente hizo todo lo contrario y más: trasladó la lógica sindical del caos, la improvisación, la informalidad y la confrontación a Palacio. Hoy padecemos todos los resultados.
El presidente va por su cuarto gabinete en seis meses -el tercero le duró apenas 72 horas-, él solo provocó seis crisis en promedio al mes, realizó 65 designaciones cuestionadas, la mayoría por no cumplir con el perfil para el cargo o por distintas denuncias, y su gobierno acumula 13 mociones de interpelación. Ha roto todos los récords de inestabilidad política posibles.
Por ello Castillo no ha podido cumplir casi ninguna de las promesas que hizo para sus primeros 100 días en el gobierno. Solo llevó a cabo tres de 43, y la desaprobación a su gestión –salpicada ya además por escándalos de corrupción– llega al 60% en todo el país, según diversas encuestas.
Lo del Gabinete Valer -donde Castillo nombró a ministros con prontuario de violencia familiar, corrupción e incapacidad, salvo alguna excepción, como en el MEF, por ejemplo- fue la acabose, y confirmó que al presidente no le interesa el país. No se entiende de otra forma que haya sido incapaz de prever este desenlace, a no ser que lo haya hecho adrede, para forzar un cierre del Congreso.
«Si el presidente nombra un gabinete que no respeta las expectativas del Perú, no tiene otro camino que renunciar».
Roberto Chiabra, congresista APP.
Las salidas a la crisis
Por ello, son cada vez más las voces, de distintas tendencias, incluidos muchos que apoyaron a Castillo en la campaña, que coinciden en señalar que el país no va a resistir cinco años de un gobierno de estas caracteristas, por lo que plantean la necesidad de acortar el mandato del profesor cajamarquino por las vías legales.
La renuncia, la vacancia o la suspensión son los tres escenarios que la Constitución contempla para un cambio de mando en Palacio, pero para ello se tienen que dar ciertos supuestos y circunstancias.
La renuncia
Sería la salida menos mala a la crisis. Esto implica que el presidente, de motu proprio y en un acto de sensatez y desprendimiento, deje el cargo para el que ya ha reconocido que no está preparado. Pero por lo visto hasta ahora, es poco probable que suceda.
Esta figura se dio en el 2018, cuando Pedro Pablo Kuczynski renunció a la Presidencia ante la crisis política suscitada, y esa renuncia fue aceptada por el Congreso vía resolución legislativa. Para evitar un vacío de poder y las pugnas ante las dudas, el artículo 115 de la Constitución regula la sucesión presidencial.
Asume el primero o el segundo vicepresidente (a), pero en el caso de Castillo, solo tiene una vicepresidenta, Dina Boluarte. Y en caso esta renuncie, como lo adelantó en algún momento ya, el presidente (a) del Congreso asume el mando, pero para convocar a nuevas elecciones generales.
Pero en caso haya cambiado de opinión -como Vizcarra con PPK- , Boluarte no está en posición ni capacidad de asumir un reto como el que se viene, porque con su presencia en todos los impresentables gabinetes desde julio 2021, sus actitudes y palabras, avaló todos los errores y omisiones de Pedro Castillo. Además que su entorno tampoco es del todo confiable, como lo revelamos aquí.
“La renuncia es una decisión autónoma del presidente. Nadie lo puede obligar y tampoco existe un mecanismo legal para que esto suceda. En el segundo escenario, la experiencia demuestra que puede existir una serie de hechos de tal gravedad que generan el contexto adecuado en el que presidente usa esta facultad. Nuestro caso más reciente es el de PPK, pero también tenemos el de Fujimori (ambos con la Constitución de 1993)”.
Luciano López, abogado constitucionalista.
La suspensión
La suspensión se da en aplicación del artículo 117 de la Constitución y tras una acusación del Congreso, pero el presidente solo puede ser acusado constitucionalmente durante su mandato por supuestos excepcionales: por traición a la patria; por impedir las elecciones presidenciales, parlamentarias, regionales o municipales; y por disolver el Congreso, salvo en los casos previstos en el artículo 134 de la Constitución. Nada de esto ha ocurrido hasta hora.
Por ello, ahora se se habla de una tercera vía, que requeriría previamente de una reforma constitucional, la del artículo 117 para ampliar los delitos por los que puede ser acusado el presidente de la República, pero esto, además de ser en si mismo un proceso tortuoso, tiene otros problema: sería aplicable hacia adelante y tendría nombre propio..
“El camino claro sigue siendo la vacancia por incapacidad moral, sea a través de votos del Congreso (que podría modificar su propio reglamento para reducir los votos requeridos) o revocatoria por referéndum”.
Óscar Sumar, decano de la carrera de Derecho de la Universidad Científica del Sur.
La vacancia
La vacancia del presidente de la República está regulada por el artículo 113 de la Constitución Política del Perú, que establece las causales de esta figura.
- Muerte del Presidente de la República
- Su permanente incapacidad moral o física, declarada por el Congreso.
- Aceptación de su renuncia por el Congreso.
- Salir del territorio nacional sin permiso del Congreso o no regresar a él dentro del plazo fijado.
- Destitución, tras haber sido sancionado por alguna de las infracciones mencionadas en el artículo 117 de la Constitución (mencionados líneas arriba).
Así las cosas, el desenlace de la más reciente crisis del gobierno aún es de consecuencias insospechadas, pero lo cierto es que el país está al límite, no da para más, y si los políticos no son capaces de dejar de lado sus propios intereses, las consecuencias las pagaremos todos.