En 1972, el marxista Salvador Allende entraba a su segundo año de gestión y veía cómo el país se le escapaba de las manos. Generó un Chile politizado, donde opositores y simpatizantes al gobierno peleaban en las calles. Por encima de ello, se enfrentaban a la peor crisis económica en décadas. La reacción del pueblo no se hizo esperar y estalló un gran paro de transportistas.
Rechazo del pueblo contra el desgobierno de Allende
La clase media fue la más afectada por la escasez de productos básicos, las largas colas para conseguir alimentos y el surgimiento de mercados negros. Varios sectores de la población chilena expresaron su rechazo de diversas maneras. La más impactante fue la reacción del gremio de transporte, que decidió realizar una larga huelga en contra del gobierno socialista.
El estallido del paro nacional de transportistas en Chile
El paro de transportistas chilenos empezó el 11 de octubre de 1972. Esta decisión se había acordado previamente en una asamblea del sector, donde se juntaron más de 100 sindicatos de camioneros con más de 40 mil trabajadores y 50 mil vehículos. Sus motivos eran la subida de precios y la ineficacia del gobierno de Allende.
Colectivos apoyaron el paro
Otras agrupaciones mostraron su respaldo al paro de transportistas chilenos, como los taxistas, los trabajadores del sector industrial, sector agrícola, sector médico, sector construcción, sectores estudiantiles, entre otros. Este gesto radical que duró un mes logró demostrar que gran parte de la población ya no apoyaba al gobierno socialista de Salvador Allende.

Toma de carreteras en Perú
En los últimos meses, la población de las regiones andinas se han enfrentado a una constante crisis por la subida de precios generalizada, por tal razón, a inicios de abril decidieron llevar a cabo un paro de transportistas y agricultores por varios días.
Estos sectores no toleraron ser «traicionados» por un gobierno que se hace llamar «del pueblo» ni que Pedro Castillo y Aníbal Torres, en vez de dialogar y concretar acciones, solo se dediquen a victimizarse, responsabilizar a otros e insultar a la oposición y a la prensa.
Las regiones del sur peruano (Cusco, Ayacucho y Arequipa) tendrán que aprender una dura lección, pues votaron masivamente por Pedro Castillo en la segunda vuelta, llegando a 80%. Solo bastaba leer el ideario de Perú Libre, donde se autodenomina marxista, se ataca a la propiedad privada y pone en peligro a la libertad de expresión.