Un sistema tributario debe regirse por principios. Para empezar, debe estimular el crecimiento económico a través de la provisión de incentivos adecuados para el trabajo, el ahorro y la inversión. La iniciativa privada no debería ser sobrecargada con impuestos, ya que ella (y solo ella, no el gobierno) puede crear riqueza y empleo productivo.
A la vez, debe regirse por el principio de garantizar que el sistema tributario no distorsionará la información que brinda el funcionamiento del libre del mercado; es decir, debe ser neutral. Al mismo tiempo, los impuestos no deberían discriminar entre empresas grandes o pequeñas, empleados independientes o dependientes o distintos sectores económicos.
Luego está el hecho de que el sistema tributario debe ser eficiente, lograr el máximo de ingresos tributarios al menor costo posible y para ello también debe mostrar simplicidad, que todo ciudadano entienda y acepte el sistema. Y para que suceda lo anterior, el sistema debe ser transparente. Es decir, detallar cómo se usarán los recursos que el Estado recauda de los contribuyentes.
Dado esto, debemos entender el contexto tributario en el país tras la pandemia. Según la gráfica N°1, en el último mes del 2020, los ingresos tributarios del Gobierno Central ascendieron a S/. 9,373 millones, cifra que representó una caída de 3.1% en términos reales respecto a diciembre 2019. Al final, en el 2020 se recaudó un 17.4% menos al 2019. El Estado dejó de recaudar un total de S/17,600 millones. Fueron los meses de abril y junio donde la recaudación cayó en 41.2% y 47.0%, respectivamente.

Se sabe que la caída en la tributación se debió a las medidas tomadas para enfrentar la pandemia y que paralizaron gran parte del sistema productivo del país. Y hoy el tema es cómo volver a incrementar la recaudación y poder satisfacer las amplias necesidades en salud, pero también en educación y otros sectores. Y la solución pasa por reactivar la inversión privada.
La inversión privada es la clave del progreso
Cuando existieron auges de inversión privada, no solo se crearon nuevos empleos y más y mejores bienes y servicios. También el Estado logró recaudar más para proveer de bienes públicos y otorgar transferencias directas. Los principios mencionados, al inicio, deben ser considerados para incentivar que la inversión privada retorne a una senda alto de crecimiento. Tener la libertad para aprovechar las diferentes oportunidades y respetar las reglas de juego es son necesarias para que la inversión se reactive.
Evaluar la eliminación de ciertos tributos, aplicar una tasa estándar del 15% tanto al Impuesto General a las Ventas (IGV) y al Impuesto a la Renta (IR, implicaría eliminar la progresividad en impuestos) y hacer que el Estado no tenga un tamaño mayor al 15% (hoy el tamaño del Estado es superior al 31%), debería ser un tema de debate si queremos tener una inversión privada sostenida en el tiempo y un estado pequeño pero eficiente.