En su último mensaje a la Nación, en el que dijo poco y nada nuevo, el presidente Pedro Castillo confirmó el regreso del gas licuado de petróleo (GLP) al Fondo para la Estabilización de Precios de los Combustibles (FEPC), con el objetivo de bajar el precio del balón de gas doméstico de 10 kilos, que ahora puede llegar a costar hasta S/ 65.
“Suscribo el decreto supremo que incorpora el GLP al fondo de estabilización de precios de combustible para disminuir los precios”, anunció el presidente.
El ministro de Economía, Pedro Francke, dijo que esta medida ayudará a reducir el precio del balón de 10 kilos en S/ 11. Para ello, adelantó, se destinará al FEPC S/ 200 millones los próximos cuatro meses.
Pero, ¿llegará este subsidio al bolsillo de la gente que realmente lo necesita? Veamos qué dice la evidencia.
El FEPC, creado en el 2004, es un mecanismo de compensación que sirve para evitar que la alta volatilidad de los precios internacionales del petróleo y sus derivados afecte a los consumidores del mercado interno. Algo así como lo que hace el BCR con el dólar: evita cambios bruscos en los precios, no los fija.
Es decir, se establece una franja (que se actualiza cada cierto tiempo), y si el precio internacional del petróleo está por encima del límite superior, el Estado -con el dinero de los contribuyentes- subsidia la diferencia. Y si es al revés, las empresas cobran el límite inferior a los consumidores y la diferencia se la entregan al Estado.
El problema con estos mecanismos de compensación de precios de combustibles es que tienen costos fiscales muy altos, porque el subsidio suele ser mayor que la recepción de recursos por parte de las empresas. En este caso, el gasto sería entre S/2 millones y S/4 millones diarios, según Osinergmin.
“El Fondo de Estabilización es un mecanismo ciego que no distingue qué parte de la población requiere más apoyo. El dinero para solventarlo tendrá que salir reprogramado de los recursos, porque en el presupuesto público no estaba especificado”.
David Tuesta, exministro de Economía.

Además, por subsidiar combustibles, el Estado deja de invertir en otros sectores que sí lo requieren, como salud o educación.
Este tipo de subsidios tampoco están focalizados. Los hogares con más recursos son los que consumen más combustibles, a lo que se suma que es un mercado con alta informalidad, por lo que el consumidor final no siente la reducción esperada.
Por ello, en abril de 2020, el gobierno retiró el GLP envasado del fondo de estabilización de los combustibles. Lo hizo por dos razones:
- Se generó contrabando porque había empresas sin escrúpulos que declaraban comprar GLP envasado (incluido en el FEPC), pero lo comercializaban como GLP a granel (el que consumen los vehículos y que no estaba subsidiado). Así obtenían mayores ganancias a costa del Estado.
- Porque no tiene un efecto sobre el precio al consumidor final, debido a la cadena de comercialización del GLP, donde hay demasiados intermediarios y además informalidad. Así cada minorista infla el precio a su gusto, lo que anula cualquier efecto del subsidio.
Ninguno de estos problemas de fondo ha cambiado, por lo que se viene otro despilfarro de recursos de todos los peruanos. ¿No lo sabía el ministro Francke?