Estaba yendo por la panamericana sur que marca la costa peruana y me percaté que, a ambos lados de la carretera, hay paredes en pésimo estado que siempre han estado completamente plagadas de propaganda política. Esta polarizante elección consiguió algo muy peculiar e irónico. Al lado derecho podía leer mensajes de esperanza y libertad, aseguradas por la palabra de mujer. Por el lado izquierdo, leía “no más pobres en un país rico” y la promesa de una mayor igualdad social, propuestas resguardadas por la palabra de maestro.
A lo largo de estas paredes, podía ver cientos de puestos de venta de flotadores, de comida e incluso enormes fabricas. Cada uno de estos puestos de trabajo está siendo desempeñado por un padre de familia, una mujer terminando su carrera, un joven trabajando por un futuro mejor. Veo a algunos subiéndose a los micros y colectivos, algunos van por el carril derecho y otros por el izquierdo, pero aún así el día de mañana probablemente seguirán compartiendo los mismos valores y buscan las mismas soluciones por parte del Gobierno.
No es ninguna sorpresa afirmar que la gran mayoría de peruanos tiene tendencias socialmente conservadoras. Los peruanos rechazan el post modernismo y propuestas progresistas. Esta tendencia se evidencia perfectamente entre los candidatos que se disputaron la elección. PC al igual que KF se oponen al aborto, al matrimonio igualitario y a la legalización de la marihuana. En lo que realmente difieren es en las propuestas económicas, de la salud y de expansionismo estatal. Por el lado izquierdo, existe la propuesta de desactivar el congreso, tener turismo sin fines de lucro, escribir una nueva constitución y nacionalizar el sistema de pensiones. Por el derecho, propuestas de reparación nacional, bonos, venta libre de vacunas y un estado mínimo, la mejora (al menos, en el papel) del status quo. Conociendo las propuestas de ambos candidatos, sería lógico pensar que las personas que venden artículos probablemente 100% importados, los que trabajan vendiendo productos para exportación, los que han aportado a sus AFPs toda la vida y las miles de ciudades y comunidades que viven enteramente del turismo rechazarían las propuestas que directamente los perjudican, sin embargo, esto no es así. Los peruanos que votan en contra de su beneficio parece ser la norma, no la excepción. Votar por un candidato del cual difieres en sus principales propuestas es más común que nunca. Encuestas de DATUM revelan que las propuestas de Pedro Castillo como el cambio de constitución, eliminar los tratados de libre comercio y el control de precios no tienen ni 30% de aprobación.
Los peruanos nos estamos dividiendo cuando en el fondo no estamos realmente divididos. A la hora de elegir un carril, apostemos por el que nos propone, por lo menos, una base plana por aquel que es coherente con mis fuentes de ingreso, con lo que le da de comer a mí y a mi familia.