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Majes Siguas II: una historia de conflictos, intereses políticos y malas gestiones

Publicado: 30/09/2020
3 minutos

Si este megaproyecto agrícola en Arequipa que está entrampado hace una década no se destraba en 45 días, se estancaría otros tres años.

¿Qué pasa con el proyecto de irrigación Majes Siguas II ? Una vez más, esta importante obra en Arequipa, está a punto frustrarse. Si el Gobierno Regional de Arequipa no transfiere el proyecto de irrigación Majes Siguas II al Ejecutivo, reanudar las obras tardaría al menos tres años más, advirtió este miércoles el viceministro de Agricultura, Alberto Maurer.

Majes Siguas II está en cuarentena hace 10 años, desde que se firmó el contrato de concesión allá por el 2010, con una inversión de US$ 404 millones, y es un ejemplo más de cómo los intereses políticos, malas gestiones y conflictos pusieron en jaque el desarrollo de un proyecto que busca transformar 38.500 hectáreas de desierto en terrenos agrícolas. Una obra rentable y decisiva para el agro.

¿Qué pasó entonces? Sucede que Cobra, la empresa concesionaria, envió una carta al Gobierno Regional de Arequipa en la que anuncia que resolverá el contrato, porque este ya habría caducado sin que se logre destrabar el proyecto que se busca ejecutar bajo financiamiento público-privado (el Estado asume el 51% de la inversión y la concesionaria el 49%)

“Tenemos 45 días desde la invocación de la concesionaria de la caducidad del proyecto para lograr revertir esta situación. Si no se logra un acuerdo en este plazo puede que nos veamos en una situación en donde reactivar la obra tomaría hasta tres años”, dijo Maurer.

La de Majes Siguas II es una historia que se ha repetido en otras mega obras del país. De saque, hubo protestas de la población de Espinar, en Cusco, que no quería que las aguas del río Apurímac sean derivadas para irrigar Majes II. El conflicto llegó al Poder Judicial y luego pasa al Tribunal Constitucional (TC), que en noviembre de 2011 dispuso un nuevo estudio hídrico del río. Dos años después se archivó la demanda porque se determinó que la cuenca del Apurímac tiene suficiente agua para ambas regiones.

Luego surgieron otros problemas que provocaron la firma de ¡12 adendas! al contrato. En el 2014, con Juan Manuel Guillén como gobernador, el proyecto parecía avanzar y hasta se puso la simbólica primera piedra de la obra, pero surgieron líos por el costo del proyecto. En el 2015, con Yamila Osorio al frente de la región, el problema se superó y la inversión pasó de US$ 404 millones a US$ 550 millones. Osorio también puso su “primera piedra”.

Pero estaba pendiente el saneamiento de terrenos y otra vez se suspendieron las obras, y empezaron los conflictos por el desembolso del cofinanciamiento, por lo que se suspende el proyecto hasta diciembre de 2018, para resolver estas diferencias; cumplido el plazo, seguía el entrampamiento. 

Con el actual gobernador, Elmer Cáceres Llica, que se opuso en campaña a firmar una nueva adenda del proyecto, se agravaron las diferencias, aunque también hizo su propia ceremonia de reinicio de obras, pero solo para las cámaras. El Ejecutivo le propuso que transfiera el proyecto para que el Ministerio de Agricultura negocie directamente con la concesionaria, pero Cáceres exige un fideicomiso de US$ 104 millones.

El acta de suspensión del contrato vence este 30 de octubre. La cuenta regresiva ya empezó.

(Imagen de cabecera: Andina)