Monsefú, en la región de Lambayeque, celebra el bicentenario de la nación y su feria cultural más importante, el FEXTICUM, de una manera muy peculiar, sin agua.
Gran parte de la población lleva nada menos que 11 días sin el servicio de agua potable. Esto los obliga a correr detrás de las cisternas para llenar sus baldes o visitar distritos cercanos con el objetivo tener agua para lavar, cocinar y lo más importante, cuidarse de la Covid-19.
Así es; hay sectores de la ciudad que no tienen agüita ni para lavarse las manos.
Ante esta situación, ¿qué han hecho las autoridades locales?
Pues ni los monsefuanos lo saben; su alcalde y regidores se han quedado calladitos ante semejante maltrato de EPSEL, empresa responsable del servicio en la región, la cual tiene graves problemas en las 3 provincias. Sus comunicados por Facebook se han convertido en la solución que mejor han podido dar a los ciudadanos.
El burgomaestre y su Gobierno tiene la responsabilidad de sacar adelante el proyecto denominado “Plan maestro de agua y desagüe” para evitar estos problemas, pero tampoco lo han logrado.
¿Quiénes son los más afectados?
Niños y niñas, mujeres embarazadas, ancianos, personas vulnerables que deben estar cargando agua desde los puntos donde llegan las cisternas y los bolsillos de quienes acuden a lugares más lejanos porque tienen negocios.
¿Quién tiene la solución a todo esto?
Las autoridades municipales, impulsando los proyectos truncos, escuchando y respondiendo a su población, y cómo no, la empresa prestadora del servicio, que debería dar un mantenimiento preventivo a los equipos que funcionan en los pozos.
¡Viva el Bicentenario!
¡Viva el FEXTICUM!
¡Que vivan! Para que, ojalá, el próximo año Monsefú pueda celebrar con agua.