Siempre escuchamos, sobre todo en época electoral, lo siguiente sobre las encuestas: “Esas encuestas son truchas”, “a mi nunca me han encuestado”, “son para apoyar a su candidato o candidata corrupta”, “son números sin sentido, cómo de un grupo pequeño de 1,000 personas, pueden sacar conclusiones para más de 30 millones”, “les bajan dinero para confundir al electorado y partir el voto”, y otros comentarios. Ok, algunas opiniones pueden tener cierta lógica en desconfiar. Sin embargo, de arranque te contamos que desconfiar de las encuestas es como desconfiar de las vacunas.
Lo primero que debemos tener en cuenta es que las encuestas no son censos. En un censo cubres a toda, pero a toda, la población. Los últimos censos que hemos tenido fueron en el 2017. Se han hecho 12 de Población, 7 de Vivienda y 3 de Comunidades Indígenas. ¿Por qué no se hacen todos los años? Porque son costosísimos, chochera: para empezar, cubrir a toda la población, en todos los ámbitos geográficos y regiones implica un altísimo costo logístico. Y porque algunos censos, como el de población del 2017, implicó inmovilizar a la población y parar la actividad productiva del país (seee… fue como una cuarentena adelantada).
Por otro lado, el principio para hacer encuestas es la aleatoriedad, término estadístico que implica selección al azar de los evaluados (en este caso, personas encuestadas). ¿Qué quiere decir esto? Que no es un tema de decir “yo mismo soy, así que quiero que me encuesten”. No es por decisión propia que ocurra. Si por el azar eres seleccionado (normalmente estando en la calle), sí será tu decisión el aceptar o no ser encuestado.
Ahora, toda encuesta, debe necesariamente tener (por ley) una ficha técnica (FT). Esta FT da varios datos. Uno de esos datos importantes (a parte de la fecha y lugar en que se realizó, quién financió la encuesta, la metodología aplicada, etc), es la muestra usada, que es la cantidad de personas encuestadas. Y también el margen de error en los resultados. La mayoría de encuestadoras indica que entrevistó a 1,200 personas. Y el margen de error típico es de 2.5% hacia arriba como hacia abajo. ¿La pregunta es, con 1,200 personas, puedes representar a la población electoral peruana de casi 25 millones? Sí, es posible, gracias al uso de herramientas estadísticas (que no mencionaremos pa’ no aburrirte, pero lo tocaremos más adelante). Y con una cantidad menor; digamos 800, también, pero ahí el margen de error podría dispararse hasta un 6%.
Ahora, vamos a ver qué decían las cinco encuestadoras principales cada mes, desde enero y por candidato. Y vamos a compararlo con el resultado oficial de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE). Empecemos con la gráfica N°1, donde vemos la tendencia de uno de los candidatos que por varias semanas lideró la intención de voto.

Antes de continuar, en Piensa.pe siempre criticamos la excesiva regulación y leyes sin sentido que el Estado crea. Una ley sin sentido es la de prohibir la publicación de encuestas en la semana previa a las elecciones. Impide que la información pueda compartirse de forma masiva. Tres empresas realizaron encuestas en esa semana de ‘silencio’, las cuales también veremos, pero solo las compartieron con un grupo pequeño (sus clientes). Al final, esa información se regó igual en redes sociales y grupos de Whatsapp. Esa restricción debe ser eliminada, porque además da pie para manipular, tergiversar y hasta falsear esos estudios.
Dado esto, volvamos a la gráfica anterior. Lo mejor para comparar es ver los cuadrantes del mismo color entre meses y ver tendencias. Veamos la información que IPSOS daba en enero. George Forzyth lideraba con un envidiable 17%. Pero aquí entra el famoso margen de error. Según IPSOS, su margen de error para la última encuesta de enero fue de 2.8%. Es decir, ese 17% no es un 17%. En realidad, se lee como sigue: George tenía una intención de voto entre 14.2% y 19.8% en el mes de enero. A partir de ahora, así deben leer toda cifra que vean en encuestas.
Otro punto interesante es ver cómo, conforme pasan los meses, el apoyo a George se fue reduciendo. Y es un efecto que se ve en la mayoría de las encuestas. Después, y esto es lo absurdo de la restricción de publicar encuestas, vean lo parecido que son las cifras de 2 encuestadoras con el resultado oficial de la ONPE. Es alucinante cómo los ciudadanos no podemos tener acceso a esta información.
Ahora vamos con Yhonny Lescano. Él también estuvo algunas semanas liderando la intención de voto. En marzo fue su pico y después comenzó a perder votos como muestran todas las encuestadoras. E igual que el caso anterior, 2 encuestadoras estuvieron muy cerca a la cifra oficial de la ONPE días antes de la elección. La gráfica N°2 lo muestra.

Ahora vamos con mi tío Rafael. Lo más relevante de él, como muestra la gráfica N°3, es que las tres encuestadoras sí que estuvieron cerca de decir el resultado que obtendría el 11 de abril. La menor diferencia es de 0.7% y la máxima de 1.6%. ¿Se van dando cuenta que las encuestas sí brindan información importante? Esperemos que sí, sino con lo que viene, ya te convencerás.

Ahora le toca Hernando. En la gráfica N°4 se ve cómo crece a inicios de abril, que lo llegó a colocar en segundo lugar y según las últimas encuestas (las prohibidas) mantuvo casi esa intención. Y se repite lo mismo que con el candidato anterior. Las cifras de las tres encuestadoras son muy similares a la del oficial de la ONPE.

Luego vemos a Verónika Mendoza. La gráfica N°5 muestra cómo desde febrero mantuvo su voto, casi sin alteraciones. Y acá se ve, claramente, que las tres encuestadoras vuelven a tener éxito aproximando su resultado con los de la ONPE. Solo 0.6% de diferencia con DATUM, 0.7% con CPI y 1.2% con DATUM. Aquí choche, ya debería decir: Oe, sí, ¿no? Los datos de las encuestadoras sí son cercanos a la realidad.

Por último, vamos a ver cómo les fue a los ganadores de la primera vuelta: Keiko Fujimori (gráfico N°6) y Pedro Castillo (gráfico N°7). En el caso de Keiko, se ve una mayor constancia en su intención de voto a lo largo de los meses. E igual que los candidatos anteriores, dos encuestadoras estuvieron muy cerca a los resultados oficiales de la ONPE.

Y aquí, ya se ve la ola (o tsunami) de Pedro Castillo. Miren los crecimientos que reportaban las encuestadoras. De marzo a abril, Pedrito creció 3.5% en IPSOS y 1.9% en CPI. Y 6 días después, creció 6.3% más en IPSOS (ya estaba en primer lugar) y 5.1% más en CPI (segundo lugar después de Yohnny). ¡Brutal!

Aunque con el resultado final de la ONPE hay diferencias (de 3% a más) con las encuestadoras, vemos que las encuestas sí muestran las tendencias reales. Y lo tienen que hacer porque no les conviene fallar y menos mentir, porque los que usan esa información no solo son los medios de comunicación donde se publican las encuestas, sino también varias empresas que deciden invertir o no, de acuerdo a cómo se mueve el ambiente electoral.
Así que ya sabes. No hagas caso cuando te dicen que las encuestas no son ciertas. Lo son. Solo debes buscar la fecha de cuándo se hizo, quién la financia, la muestra usada, el margen de error y comenzar a ver tendencias.