El caso de ‘Los dinámicos del centro’, la mafia que financió la campaña de Perú Libre con dinero de cupos y coimas (o sea la candidatura de Pedro Castillo, así su abogado diga que son dos cosas distintas), pone en una complicada situación política y eventualmente legal a quien muy probablemente será el próximo presidente del país. Su probable y cercana proclamación ahora tiene dos sombras encima: la de la corrupción y la de unas elecciones en las que, al parecer, hubo irregularidades que no fueron investigadas a fondo.
Con un Congreso adverso, la supervivencia de Castillo en Palacio ya no solo pasa por la moderación de su discurso y el sentido común, sino por abandonar de plano la peregrina idea de la Asamblea Constituyente que a todas luces es, por un lado, inoportuna, porque sumiría al país en la incertidumbre, cuando lo que urge es enfrentar la crisis sanitaria y económica, y por otro lado inviable, porque es una figura que no existe en la Constitución.
El profesor además deberá ser pragmático, lo que supone tomar distancia de Vladimir Cerrón, sobre todo ahora que el fundador de Perú Libre enfrentará investigaciones graves por lavado de activos, y lograr acuerdos de convivencia con las fuerzas del centro político en el Congreso, porque si solo se arrima a los viejos conocidos de Juntos por el Perú, su permanencia en el cargo tampoco estará asegurada. Recordemos que Verónika Mendoza y su entorno, fueron tan radicales como él hasta bien entrada la primera vuelta electoral, y su moderación se debió a una estrategia electoral que a la larga no le resultó.
Por todo esto, al menor atisbo de duda sobre su participación directa en el financiamiento de su campaña o un eventual discurso autoritario, el (nunca) maestro se pondrá en el punto de mira para una posible vacancia presidencial. Sí. Las fuerzas de oposición suman más de 87 votos y podrían vacarlo, con razones mucho más fuertes que las que motivaron la vacancia del “lagarto” Martín Vizcarra.
Para evitar ese posible escenario Castillo necesita al menos 44 votos en el Congreso. Entre Perú Libre -suponiendo que no se quiebre-, que tiene 37 escaños, y Juntos por el Perú, que suma 5 curules, hay 42 votos. No le alcanzan para estar salvo. Entonces deberá buscar respaldo fuera de su zona de confort. Los morados serán su primer objetivo, pero incluso con ellos, no la tiene segura.
La única forma de lograr que su gobierno sea sostenible, en cierta medida, sería brindando gestos concretos y claros que le eviten un frente de tensión y confrontación con el Parlamento desde el primer día de su gestión. Insistir en plantearle -como ha anunciado- la aprobación de una reforma constitucional que abra paso a una Asamblea Constituyente sería, entonces, no solo irresponsable sino suicida.
Castillo podría optar por el juego confrontacional del «lagarto”, pero no tiene el respaldo político ni ciudadano para ello, por lo cual, lo más probable es que esta estrategia no le funcione. El Congreso electo da la impresión de estar mejor preparado para enfrentar maniobras de este tipo, y llega muy prevenido de las intenciones que tiene no solo Castillo sino todo su entorno, el cerronista y el mendozista.
Finalmente, el profesor chotano no necesita renunciar a su discurso de cambio y justicia social. Todos queremos que el Estado funcione mejor para atender a los más pobres. Todos queremos menos pobreza y desigualdad. Y esto requiere cambios radicales, pero los correctos. Así, el camino de la moderación de su discurso económico, encabezado por Pedro Francke, también es importante. Pero más importante es que lo haga suyo, no que permita su deslegitimación a través de otros voceros de su partido, prácticamente al día siguiente, deshaciendo con su mano izquierda, lo que hace con la derecha.
Señales claras en esta línea: respeto irrestricto a la propiedad privada, respeto a contratos y concesiones, a las inversiones, a la autonomía e independencia del directorio del Banco Central de Reserva, y a la libertad económica de todos los ciudadanos. Solo así quizá logre sobrevivir cinco años, y con las justas. ¿Querrá Castillo optar por el camino del sentido común y la moderación, o intentará caminar por el sendero de la confrontación, al mismo estilo del hoy investigado y varias veces vacunado “lagarto” Vizcarra?