Cada vez se hacen más evidentes las pugnas y diferencias entre los invitados de Perú Libre que se sumaron a la candidatura de Pedro Castillo en esta segunda vuelta, con el objetivo de moderar su discurso y las propuestas del ideario marxista-leninista-mariateguista que defendió en la primera vuelta, y el ala más radical de Vladimir Cerrón, el dueño del partido, quien controla toda la organización política y la bancada que tendrá la primera mayoría en el próximo Congreso.
Los castillistas y los cerronistas lo niegan en público, pero los hechos y las evidencias apuntan en el sentido contrario, lo que refuerza la idea de que dentro del lápiz hay un zafarrancho producto de la improvisación que han mostrado durante toda la campaña, lo que derivaría en un gobierno caótico en caso se confirme el triunfo electoral de Perú Libre. Las consecuencias, como hemos explicado aquí, las pagaremos todos, los que votaron por Castillo y los que no.
Primera señal de alerta. Mientras los economistas Pedro Francke y Oscar Dancourt, del equipo económico de Verónika Mendoza, lideresa de Nuevo Perú y aliada de Castillo, se paseaban por todos los medios y se reunían con empreasarios y banqueros para tratar de convencerlos de que el candidato de Perú Libre no hará lo que se pasó toda la campaña diciendo que hará (estatizaciones, confiscaciones de ahorros o controles de cambios, entre otras medidas que nos llevarían a un desastre político y económico), el secretario de organización del partido del lápiz, Arturo Cárdenas Tovar, daba un mensaje muy claro a los militantes reunidos en el local partidario de la cuadra de la avenida Brasil: que su programa económico -léase el ideario de Cerrón- no era negociable: es decir, que no se iba a modificar.
No solo eso. En esa reunión del pasado viernes 11, se acordó empezar a recolectar cinco millones de firmas en un plazo de dos meses para convocar a un referéndum y lograr una nueva Constitución, a través de una Asamblea Constituyente, pese a que esa figura no está contemplada en el marco legal vigente. La única forma de lograrlo es a través del Congreso, donde Perú Libre no tendrá los votos para ello. O les queda la ya famosa tercera vía de la que habló Cerrón en un video. De cualquier forma, insistir con este tema generará incertidumbre política y económica, paralizaría al país, cuando la prioridad debe ser controlar la pandemia, reactivar la economía y recuperar los empleos.
Para nadie es un secreto que Cerrón rechaza al llamado “equipo de moderados” de Castillo y ahora que ha conseguido que un juez de Huancavelica -ya denunciado por prevaricato- le anule la sentencia firme por corrupción que le impuso la justicia en Junín, parece estar más envalentonado y ha salido a marcar su cancha. Ya no lo pueden “ocultar” como en la campaña. Aunque tiene cuentas pendientes aún con la justicia -más de 20 casos contra Cerrón están encarpetados en la fiscalía y el Poder Judicial de Junín-, su mensaje ha sido claro: el que manda es él.

Otro ejemplo más de su poder e infuencia se dio este lunes. Mientras la vocera de la bancada electa de Perú Libre, Betsy Chávez, quien es del grupo mayoritario de legisladores que responde a Cerrón, aseguraba que el exgobernador de Junín no manda en su grupo parlamentario, la bancada publicaba vía Twitter un comunicado de respaldo absoluto a su líder, luego de que el Poder Judicial abrió investigación al juez de Huancavelica que anuló su sentencia por corrupción.

Entonces, los hechos y la evidencia generan legítimas sospechas sobre el peso y el poder que tendría el dueño de Perú Libre en un eventual gobierno del lápiz. Los intentos públicos de Francke y compañía de tranquilizar a los mercados, descartar estatizaciones, confiscaciones de ahorros o controles de cambios, no son garantía de nada por ahora.