La pandemia llegó y nos cogió con las faldas y pantalones abajo. Nunca nos imaginamos que vendría un virus y haría que nos estampemos con la pared de cemento que la realidad construyó. El gobierno había nombrado al [horrible] 2020 como “Año de la Universalización de la Salud”. Pero en realidad debió llamarse “Año en el que el sistema de salud peruano enfrentaría la realidad”. Ha sido un año duro. Oficialmente, más de 37,600 peruanos fallecieron. Las 10 regiones con más fallecidos se muestran en el Gráfico N°1:

Dadas estas cifras, a fines de agosto, pasamos a tener el récord mundial de mayor mortalidad en el mundo. Alcanzamos un ratio de 85.5 fallecidos por cada 100,000 habitantes (el total de fallecidos se divide entre la población y se multiplica por 100 mil). Hoy estamos en 117.79, pero ya no tenemos ese deshonroso primer lugar. Países como Bélgica e Italia poseen tasas de 170.8 y 123.5, respectivamente. Pero, mejor veamos cómo vamos en América, donde es más parecida nuestra realidad. El gráfico N°2 presenta los 8 países con mayor ratio de fallecimientos:

Como vemos, dentro de América, sí seguimos con el primer lugar encima. Pero no solo basta con estas cifras, también debemos analizar la letalidad, que es aquel ratio o índice sobre fallecimientos en relación a las personas que están contagiadas (lo multiplicamos por 100 para dejarlo en porcentaje). Miremos el gráfico N°3, letalidad por región.

Para entender bien este ratio, en el caso de La Libertad se leería que, de cada 100 personas contagiadas, casi 7 personas fallecen. ¿Cómo entender estos resultados siendo el Perú uno de los países que más creció en los últimos 20 años a nivel económico, generando ahorros, riqueza y reduciendo la pobreza en general? La realidad es que, teniendo los recursos, no se invirtió lo suficiente en el sector salud. O mejor dicho, el tema no fue de recursos, sino político. «El gasto en salud no rinde resultados en el corto plazo. Lo que inicia alguien, luego lo inaugura otro», explica el Dr. Ernesto Gozzer, de la Universidad Cayetano Heredia, a la BBC.
¿Cuánto asigna el Perú a su gasto en salud? Con información del Banco Mundial (BM) al 2017, el Perú solo asigna un 5% de su PBI al sector salud. Otros países, como España y EE.UU. asignan un casi 9% y 17% respectivamente.

Pero ojo, como mencionamos, el enfrentar a la pandemia no es un tema solo de recursos. De lo contrario, estos países serían líderes en contener y enfrentar al virus, cuando la realidad demuestra que sus sistemas de salud también colapsaron y sus niveles de mortalidad también son altos. En los últimos 13 años, desde el 2007 al 2019, el sector Salud incrementó su presupuesto en más de 184%. ¿No me crees? Pues veamos el gráfico N°5.

En el 2007, el sector salud (sin considerar a los gobiernos regionales) tuvo S/3,182 millones asignados. Para el 2019, ese monto subió a los S/9,043 millones. ¡Más de S/5,500 millones fue recibiendo el sector en ese rango de años! ¿Qué hizo el sistema de salud con tantos recursos? Bueno sabemos que no lo invirtió en camas hospitalarias o camas para las unidades de cuidados intensivos (UCI). Cuando empezó la pandemia, solo había 100 camas de este tipo y 3,000 de las primeras. El gráfico N°6 muestra con cuántas camas cerramos el 2020 para atender a los enfermos graves de covid-19:

Eso sí, aclaremos algo importante. El tema de camas UCI, no es solo la cama (¡qué fácil sería!). Esta debe estar operativa, ¿qué significa eso? Que aparte de la infraestructura (la cama misma), personal capacitado debe estar asignado (enfermeras y personal intensivista). Y este tipo de capital humano también faltó durante la pandemia. Y no solo ellos, han faltado de otras especialidades (cardiólogo, neumólogos, neurólogos, endocrinólogos, pediatras, etc.). Si este capital no existe porque ciudadanos decidieron no estudiar ciencias de la salud, es un tema que escapa a cualquier plan de salud público. Lo que el sector privado y el Estado puede incentivar es que más personas decidan por este tipo de profesiones.
Pero no nos vayamos por las ramas y regresemos al manejo de la brutalidad de recursos que ha recibido el sector salud en estos años. En los últimos 4 años (del gobierno elegido en el 2016), en promedio, se ejecutó un 92% de los recursos. Con un país con tantas carencias hasta antes de la pandemia, ese porcentaje no es bueno. Fueron más de S/3,000 millones que no se usaron en estos años. En los 5 años de Ollanta Humala fue de 93% y en el gobierno de Alan García solo de 86%.
¿En 10 años la ejecución mejoró? Sí. Pero no fue suficiente. Además, el hecho de gastar no es prueba de que las cosas se están haciendo correctamente. Por parecer un buen gestor o administrador de recursos puede crearse el incentivo de gastar como loco. En el 2018, el sector recibió un incremento de 15%, pero como sostuvo la ministra Mazzetti ante el Congreso por la sustentación del presupuesto del 2021, “(…) se trató de un incremento de sueldos para los funcionarios”.
No es que se hable de planillas doradas, pero es necesario entender que, en el aparato público, gran parte de los recursos se va en gasto corriente. Según la Tabla N°1, casi 25% de los recursos se fueron en pagar al personal y sus obligaciones sociales.

A lo que es bienes y servicios, que permiten el normal funcionamiento de las instituciones, se le agina un 48% de los recursos, pero vemos que su ejecución es pobre: solo 86%. Y ni qué decir de la adquisición de activos no financieros, que son nuevas o mejoras en estructuras y equipos médicos para hacer los diagnósticos más precisos: solo se le asignó casi un 7% y para remate, se ejecutó un miserable 63%.
Y ojo, esta información es solo lo que involucra al Ministerio de Salud (Minsa). No incluye a Essalud, que es otro monstruo. Y tampoco estamos viendo lo que administran la Policía y Fuerzas Armadas ni los gobiernos regionales. El 2021, el presupuesto asignado al Minsa pasará a ser de S/10,538 millones, un aumento del 10%. Como ciudadanos debemos ser más incisivos y vigilantes para que los recursos sean manejados de forma adecuada y meter presión para que el sistema esté integrado y menos burocratizado.
Nos centramos en la pandemia, pero ¿el resto de enfermedades?
Fuimos bombardeados, por medios tradicionales y en redes sociales, sobre lo que pasaba en el ámbito local (como en el internacional) por la pandemia. Sin embargo, ¿qué se hacía con el resto de emergencias ocasionadas por otras enfermedades? En el caso de las enfermedades raras y huérfanas, entre un 70% a 75% de sus cerca de 2.5 millones de miembros no recibieron la atención primaria hasta seis meses después de iniciada la pandemia. En Chile y Colombia regularizaron el servicio al mes y medio o dos meses.
El que las atenciones hayan sido interrumpidas trajo un costo altísimo. Algunas asociaciones de pacientes indican que se han registrado más de 14 mil casos de diagnósticos no atendidos y más de 16 mil pacientes vieron agravada su condición debido a la falta de tratamiento. Y lamentablemente, por esa falta de atención, estiman que han fallecido más de 12,000 pacientes a octubre. A cada rato los medios hablan sobre el exceso de fallecidos que muestra el Sistema Informático Nacional de Defunciones (SINADEF). Bueno pues, ya sabemos de dónde proviene una parte del exceso de fallecidos.
Los pacientes oncológicos también fueron afectados. No solo dejaron de ser atendidos, sino que se dejó de adquirir las medicinas necesarias para los tratamientos. Y ni qué decir de los pacientes crónicos. Según el mismo Minsa, 53% de atenciones ambulatorias se redujeron entre marzo a junio. Esperemos que cuando se publique la información, al cierre 2020 esta se haya regularizado.
Aquí la pandemia desnudó no solo problemas con la capacidad de atenciones (atenciones o citas por las que 3 meses atrás se habían obtenido); si no también problemas de logística en insumos y medicamentos y ni qué decir del oxígeno. El gobierno derogó una ley que creó, en el 2010, un monopolio para una empresa. Mercantilismo puro y duro que nos costó muchas vidas.
El mito de que los privados son malos
Y no olvidemos cuando el gobierno amenazó con expropiar las clínicas privadas. ¿Por qué se tuvo esa actitud? La cobertura del sector privado solo llega a un 5% de la población; es pequeño, hasta de nicho se podría decir. No son comparables con los grandes hospitales públicos (que tragan recursos). Las Empresas Prestadoras de Salud (EPS) que trabajan con las clínicas solo aseguran a poco menos de 900 mil personas. Essalud asegura a 11.8 millones… ¡12 veces más! Y ni qué decir del Ministerio de Salud a través del Seguro Integral de Salud (SIS): 20 millones… ¡22 veces más! Con esto debe quedar claro que el único que tiene el monopolio de la atención en salud es el Estado.
Entonces, ¿cuál fue el fin? Interés político: Aparentar ante la población que se enfrentaba a los abusivos empresarios (que sí existen) de la salud que solo buscaban el lucro con la salud de los peruanos. En realidad lo que se buscaba era tapar la corrupción, negligencia, y la gran ineficiencia del sistema de salud público.
“Ustedes de Piensa.pe son unos vendidos, mermeleros de los empresarios. Se tenían que captar las clínicas privadas para dar más espacio a personas enfermas; así hicieron países como Reino Unido, Irlanda, Bélgica, etc.”. Ah sí, es cierto. Esos países intervinieron las clínicas privadas, pero también les pagaron a las clínicas lo que correspondía por usar su infraestructura. Un caso nomás: En Irlanda, por 3 meses, el Estado les pagó a 20 clínicas 340 millones ¿de dólares? No, Euros.
Por el programa Reactiva Perú, 126 empresas que llevan la palabra clínica en su razón social recibieron, prestado, casi S/104 millones y la gente quería incendiarlas. Les encantaba la idea de que sean expropiadas, sin saber que por ello tendrían que recibir un pago (o en realidad la gente deseaba que las confisquen; es decir, que las roben). Poco se comentó de las deudas del Minsa con clínicas privadas por más de 400 atenciones que asumieron y el Minsa se hacía el que no sabía, tenía que evaluar y tanta excusa más que pone el que no quiere pagar.
Tenemos que entender como ciudadanos que en salud existe mucha innovación, muchos tratamientos son muy costosos. ¿Quieren que todo lo absorba el Estado? ¿Qué se convierta en 100% monopolio estatal? Sería oneroso, poco eficiente y se prestaría a escándalos de corrupción. Lo que debe suceder es que el Estado realice intercambios prestacionales con el sector privado. Existe espacio para que la eficiencia privada ayude a mejorar el servicio que brinda el Estado. ¿Los sindicatos que existen en Essalud y el Minsa habrán entendido que trabajar con el sector privado es la solución?
Una muestra de la eficiencia del sector privado. Miremos el gráfico N°7. ¿Cuántos fallecidos presentan las instituciones privadas? Menos del 3%. ¡Del 3%! ¿Por qué? Porque hay más atención, más cuidados, son mejores con la administración de los recursos. Dado esto, ¿cómo era posible que la solución para la población iba a ser estatizar las clínicas?

Es necesario saber qué otras estrategias aplicaron en el resto del mundo. Existen muchos países que tuvieron éxito en el control y seguimiento al virus. Pocos contagios y, obviamente, pocos fallecidos. No afectaron su economía, por lo que habrán tenido crecimiento el 2020. Es necesario copiar lo que les funcionó, las estrategias y los sistemas implementados. Eso ya se los traeremos en otra entrega. Además, recordemos que estamos en época electoral y los nuevos políticos a elegir tienen que proponer políticas serias y efectivas por lo que más informados deberemos estar.
Por último, desde el equipo de Piensa.pe, les deseamos un gran Año 2021 y donde estamos seguros podremos vencer la pandemia, la crisis económica y salir adelante como todos deseamos.