La Fiscalía de Arequipa ha iniciado un proceso de investigación contra Jennifer Neira, esposa del gobernador Elmer Cáceres Llica, por supuestamente usar las donaciones del Gobierno Regional y de otras instituciones con fines políticos, como muestra están las bolsas con los víveres entregados que llevan el nombre de Neira impreso. Lo anterior no es ninguna sorpresa, la especialidad de los políticos es hacer caridad con el bolsillo ajeno. Y esto de utilizar a la esposa como símbolo de voluntariedad para que tiente un cargo público en el futuro tampoco es nuevo.
A nivel nacional la experiencia más cercana de una pareja política la tuvimos con el ex presidente Ollanta Humala y su esposa Nadine Heredia. Sin duda la ex primera dama fue la protagonista de ese gobierno: agendaba y dirigía importantes reuniones políticas en palacio con poderosos empresarios, siempre estaba presente en las juramentaciones de ministros y acompañaba a Huamala en el estrado oficial en las paradas militares. Incluso nuestro Nobel Mario Vargas Llosa la considero en un momento presidenciable, al final su virtual usurpación de funciones y otros actos de corrupción terminaron por liquidar sus aspiraciones.
Un ejemplo más antiguo es el de María Delgado Romero, esposa del General Odría que también hacia todo lo posible para estar presente en los actos oficiales más importantes. A inicio de los años 50 ayudo a crear el centro de asistencia social más grande del país lo que le permitió construirse una imagen positiva dentro de los sectores populares. Y en 1963 postulo a la alcaldía de Lima quedando en segundo lugar detrás de Luis Bedoya.
Como vemos, Cáceres Llica no es el primero en hacer de la política un negocio familiar. Lo triste es que un personaje tan mediocre y avergonzante como él haya convertido a Arequipa en el patio de su casa. Con su hermano menor ocupando su anterior cargo en la alcaldía provincial de Caylloma y su esposa en campaña, se pretende que de todas maneras alguien de la familia siga parasitando del Estado. No nos dejemos sorprender por sus declaraciones delirantes, son solo una estrategia para que los medios repitan su nombre a nivel nacional y usar esa popularidad para intentar engañar a más peruanos cuando presente una nueva candidatura.