El 10 de marzo último, la agencia de noticias financieras y económicas Bloomberg sacó el gráfico a continuación (gráfico N°1). Era un gráfico que se basaba en la información que prepara el World Inequality Database (WID – Base de datos de la Desigualdad Mundial).

Describiendo el gráfico tenemos que el tamaño del círculo hace referencia a la población del país y el color refiere la zona geográfica. Si se dan cuenta, el círculo de Perú, en este primer gráfico errado, se encuentra en la esquina superior derecha. Y básicamente indicaba lo siguiente: El 1% de las personas con ingresos más altos concentra el 42% de los ingresos totales. Ello implicaba que el Perú era el país más desigual del mundo. Generó un debate intenso en redes sociales, sobre todo en Twitter. Básicamente, los comentarios iban en torno a que el modelo económico que tenemos genera una desigualdad brutal. Hasta algunos candidatos, como Julio Guzmán, aprovecharon el revuelo en busca de ganarse alguito.
Sin embargo, tuvo que salir el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) para indicar que la publicación contenía un pequeñísimo error. Según la misma página web del WID y su propia metodología, el dato correcto para Perú era casi 20 puntos porcentuales menos. Esta fue la comunicación que hizo el BCRP (Gráfico N°2) informando el error y de que habían solicitado la corrección del artículo.

El dato correcto era 23.7%. Redondeando la cifra a dos decimales, la cifra queda en 24% (reportaron 42%… tal vez alguien en la agencia posee problemas de dislexia). Así, la agencia corrigió su error y mostró el gráfico correcto, el cual es el siguiente (gráfico N°3):

Ahora, no es que esta situación sea una maravilla. Que el 1% de las personas con ingresos más altos concentra el 24% de los ingresos totales es un problema, y uno grave. Somos un país desigual. Y esa desigualdad se crea por varios factores: un mercado laboral imperfecto, una regulación tributaria donde los impuestos son altos pero los servicios devueltos dejan mucho que desear, falta de educación y baja productividad (a consecuencia de la anterior variable).
A la vez, existen, para resumir, dos grandes tipos de desigualdad. La desigualdad de ingresos y la desigualdad en la distribución del capital. Lo que mide el WID es la desigualdad de ingresos, dado que usan información del impuesto sobre el ingreso, cuentas nacionales de los países y con técnicas estadísticas calculan cuánto del ingreso total está en manos de los grupos de ingresos más altos. En el caso de la desigualdad en la distribución del capital estamos a niveles de países europeos.
La brecha se ha reducido
Sin embargo, lo que no se dijo mucho la semana pasada y el gráfico N°3 no muestra es que se han tenido avances para reducir la desigualdad. Veamos el gráfico N°4. En el año 2001, la desigualdad era de 31%. En ese momento recién salíamos de crisis económica (generada por la crisis asiática) y también de crisis política (un dictador renunció por fax).

La inversión (privada y pública), que antes se concentraba en grandes ciudades y/o zonas de costa, terminó descentralizándose y se distribuyó a casi todas las regiones del país. ¿Qué generó la inversión? Crecimiento económico, el cual permitió que lleguemos a tener un 21% de desigualdad en el 2009. Sin embargo, no todo lo bueno dura. Veamos el gráfico N°5 que es el mismo al N°4, pero le agregamos el crecimiento económico.

Aunque hay más factores atrás, se puede ver que con menor crecimiento económico la reducción en la desigualdad se estancó. Si en el gobierno de Ollanta Humala (2011-2016) no hubiesen existido incrementos de normas burocráticas (tramitología) y la caída brutal en el precio de las materias primas que exportamos, pero sí mejoras en el aparato estatal para crear políticas públicas adecuadas (mejorar la educación y reducir la informalidad) y mayor institucionalización, y en el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski (2016-2021) no hubiera existido tanta inestabilidad (que ahora ninguno de los elegidos gobiernan), esa desigualdad estaría por debajo del 20%. ¡Te lo firmo, papá!
Aquí lo que genera la desigualdad en ingresos es la informalidad. Las empresas informales tienen una productividad irrisoria, de risa (y hasta vergüenza), al compararlas con las empresas formales. El INEI, para el 2018, informó que son poco más de 12 millones de personas ocupadas en empleos informales. Son cerca del 72.4% del total de ocupados. Casi las tres cuartas partes son informales (y para variar, esto afecta más a las mujeres que a los hombres). Veamos la gráfica N°6:

¿Notan algo relevante en la gráfica anterior? Tengo la ligera impresión que se vino reduciendo, ¿verdad? ¿Me pregunto a qué se deberá? ¿Podría ser a la variable en naranja en la gráfica N°5? Se dan cuenta lo importante que es el crecimiento económico para todo. Desde la informalidad, hasta la pobreza; pasando por la desigualdad. ¿En qué impacta ser informal? En los ingresos pues, hijo. Otra vez, usando información del INEI, el salario promedio de un trabajador formal es 2.6 veces más que uno informal. Aquí está el problema y es como si se deseara no verla o barrerla debajo de la alfombra.
Eso sí, tenemos entender algo. Siempre habrá una desigualdad, estándar, por llamarlo de alguna manera. Las personas de por sí, no son iguales. Algunas son bajas, otras altas, algunos hasta los puedes pisar; en los estudios hay quienes captan más rápido el conocimiento, otros se demoran y deben esforzarse más. Algunos son más responsables que otros; algunos malgastan, otros ahorran. Algunos saben negociar y hacer buenos negocios, a otros solo les queda ser de empleados, etc. A lo que voy, es que hay de todo, y dentro de esa variedad siempre habrá diferencias por lo que existirá diferencias en los ingresos.
El contexto electoral que vivimos debe centrarse en cómo reducir la informalidad. Es a partir de esta donde nace la desigualdad. No puede ser que candidatos, tanto de derecha como de izquierda, no la vean y solo propongan desde entregar bonos, hacer más empresas públicas, controlar precios, no incentivar la inversión, no decir que el crecimiento económico es importante, retroceder lo avanzado, hasta darle más poder al Estado, para que al final, la informalidad aumente y, su hija, la desigualdad termine de dispararse, quizá a un 42%.