Keiko Fujimori llega a la segunda vuelta electoral con una pesada mochila, que va desde la herencia de corrupción del gobierno de su padre, pasando por la acusación fiscal que hay sobre ella por lavado de lavado de activos y crimen organizado, cuya investigación trató de obstruir, hasta su destructiva bancada que provocó uno de los mayores periodos de inestabilidad política en el Perú de su historia reciente. No es poca cosa.
En sus últimos intentos por llegar a la presidencia, la jefa de Fuerza Popular ha mostrado varias caras y facetas. Desde la ‘Keiko de Harvard’ del 2015, cuando criticó abiertamente al régimen de su padre, se distanció de este y hasta flexibilizó sus posturas conservadoras en temas como la unión civil y el aborto, pero luego, tras perder la elección del 2016, mostró su peor rostro, el de la venganza política a cualquier precio y usó la maquinaria de su partido que controlaba el Congreso para sembrar caos en el país.
Por tanto, las dudas y resistencias que generan Fuerza Popular y Keiko Fujimori son legítimas. En esta campaña, la hija de Alberto Fujimori volvió a sus raíces y reivindicó la figura de su padre, en busca del voto duro y tradicional del fujimorismo. Le alcanzó para llegar a la segunda vuelta, aunque la benefició la fragmentación del voto y una elección atípica. Logró pasar con 13%. Desde el 2000, ningún candidato con menos de 15% lo había conseguido. Pero todavía no tiene la victoria final en el bolsillo. Tendrá que “convencer” con hechos y gestos concretos, para amortiguar el problema de credibilidad que tiene.
La estrategia
Ya sin los becerriles, bartras ni betetas, para esta segunda vuelta Keiko busca mostrar una cara más amable del fujimorismo y se presenta como la defensora de la estabilidad y del sistema frente al radicalismo de su rival en el balojate, Pedro Castillo, quien ha dicho que no cambiará sus posturas extremas y ha reiterado que, de ganar, impondrá un modelo económico estatista e intervencionista, desactivará el TC y cerrará el Congreso si no lo dejan hacer lo que quiere, indultará a Antauro Humala y regulará los medios de comunicación.
«Hago un llamado a los candidatos presidenciales, no se trata de personas, sino del país. Hay para elegir entre dos modelos opuestos. Si por el calor de la campaña hice algún gesto, les expreso mis disculpas (…) No es tiempo de odio», dijo Keiko Fujimori este miércoles en una conferencia de prensa que marca el inicio de la segunda parte de su campaña.
«Es cierto que el oponente (Pedro Castillo) ha planteado la vieja tesis comunista de la lucha de clases, del odio y la confrontación. Nosotros no vamos a hacer eso, desde hoy llevaré mis propuestas y mi mensaje de esperanza», agregó. «Sería más fácil atacar, pero no voy a terruquear a nadie. Yo propongo generar riqueza, no generar pobreza (…) Propongo una economía social del mercado, no un régimen comunista y marxista«, remarcó.
Keiko Fujimori sostuvo que el tiempo en prisión la ayudó a reflexionar en sus errores y a «entender» sus debilidades. «Creo que muchos peruanos están sintiendo lo que yo sentí, miedo y dolor. Hoy estamos presos por una pandemia, esta pandemia nos quita la libertad y hemos visto con mucho dolor que se ha llevado familiares y amigos. Nos está matando, nos está quitando la esperanza», agregó.
En el fujimorismo quieren sumar apoyos y respaldos, aunque la capacidad de endose de los candidatos es limitada, como se ha visto en el pasado. Igual ayuda a vencer resistencias. De hecho, ya empezaron los acercamientos con Avanza País, de Hernando de Soto, y Renovación Popular, de Rafael López Aliaga, y lo harán con líderes de otros partidos, adelantó Luis Galarreta, candidato a la primera vicepresidencia de la República, sino también el jefe de la campaña y secretario general de Fuerza Popular. «Queremos formar una gran unidad», apuntó.