El novelista peruano Rafael Dumett, luego de 11 años de revisión de las crónicas coloniales, presentó esta semana en Hay Festival Digital Arequipa 2020, una novela de ficción que pretende ser más realista respecto a las creencias populares acerca de la conquista española del imperio Inca.
Su libro titulado “El Espía del Inca” es la primera novela de Dumett que, aunque hoy ya es un best-seller, demoró seis años en encontrar una editorial que apostara por publicarla. La obra aborda la conspiración de un espía chanca para liberar al emperador y ponerlo al mando de sus ejércitos. El espía, quien es el personaje central de la novela, es un agente del servicio secreto del Inca con la habilidad de poder contar una gran cantidad de objetos de un solo vistazo.

En una entrevista a la cadena internacional BBC News Mundo, el escritor comentó algunos de los mitos que aborda la novela. La versión que popularmente se conoce es que en 1533 apenas 200 españoles conquistaron el imperio Inca. Se dice que estos pocos españoles, sólo a punta de espada lograron capturar al hijo del Sol en Cajarmarca e invadir Cusco —la capital del reino más poderoso del hemisferio sur— a los pocos meses. Sin embargo, esta escena tan popular no es la correcta.
¿A caso el Inca Atahualpa, con decenas de miles de soldados bajo su mando, y con experiencia en múltiples guerras, no podría haberse liberado de las pocas decenas de conquistadores? El novelista peruano sentenció: «En realidad, fueron los mismos indígenas prehispánicos el factor más importante en la caída del imperio«. Esto fue así porque donde avanzaban los españoles, se encontraron grupos étnicos dispuestos a aliarse contra del incanato.
También se suele presentar al incanato casi como una especie de utopía de bienestar; sin embargo, esto no fue así. El imperio incaico, pese a su enorme extensión, no llegó a los cien años y sus conquistas fueron desenfrenadas, y sobre algunas de las culturas vencidas no hubo piedad, de acuerdo antiguos cronistas. Por ejemplo, el inca Atahualpa, según el cronista Juan de Betanzos, sacó el corazón de los derrotados caciques de Cañaris (hoy Ecuador) y se los dio de comer al resto de conquistados.
Otro de los mitos que suelen mencionarse es el de la leyenda de fundación del incanato. Fue el Inca Garcilaso de la Vega, nacido en 1539 —5 años después de la conquista del Cusco— quien fabula el mito de Manco Capac y Macma Ocllo. La idea de estos dos personajes saliendo del lago Titicaca, está inspirada en Adán y Eva, con el objetivo de agradar a los lectores españoles.
Asimismo, declaró el escritor, los principios morales incas que repetimos en los países andinos, Ama Quella, Ama Sua y Ama LLula —No seas flojo, No seas ladrón y No seas mentiroso—, no existieron, ya que se inventaron posteriormente. Del mismo modo, la bandera del Tahuantinsuyo de siete colores que supuestamente representaba a los incas, fue inventada en 1973 por un locutor de radio del Cusco.
Sin embargo, a pesar que en los últimos 50 años se ha avanzado mucho en la investigación de la época de los incas, todos estos mitos continúan enseñándose en los colegios, y siguen siendo parte del patrimonio educativo colectivo. “Decía Balzac, que la novela es la vida privada de las naciones. Si yo contribuyo a que la gente tenga un panorama mucho más complejo y mucho menos maniqueo de cómo ocurrió esa conquista, yo me doy por bien servido”, menciona Dumett.