Fue por lana y salió trasquilado. El cuestionado ministro de Trabajo, Iber Maraví, tiene las horas contadas en el gabinete, tras su interpelación en el Congreso por sus nexos con Sendero Luminoso y el Movadef, que pretendió negar con legalismos y mentiras.
Las respuestas de Maraví Olarte no convencieron a la oposición, por lo que su destitución parece inminente, pese a la amenaza del gobierno de plantear una cuestión de confianza al Congreso, que provocó una nueva crisis en el gobierno, aunque lo cierto es que este mecanismo no procedería así lo presenten, como lo explicamos aquí.
La moción de censura contra el titular de Trabajo ya tiene 42 firmas (más de las 33 necesarias) de congresistas de Fuerza Popular, Avanza País, Alianza para el Progreso, Acción Popular, Podemos Perú y Somos Perú-Partido Morado.
Una vez presentada, la moción se debe debatir en el pleno entre el cuarto y décimo día tras haber sido ingresada. Para que se apruebe, se necesita del voto de la mitad más uno del número total de congresistas (66).
Lo niega todo, pero los hechos lo desmienten
Como era previsible, Maraví negó todas las imputaciones en su contra. El ministro alegó que no tiene condenas por terrorismo, pero lo cierto es que nunca enfrentó un proceso como tal por ese delito.
De hecho, no se le pudo investigar por los atentos senderistas de los 80 en los que la Policía identificó su participación, según consta en diferentes atestados, porque estaba “no habido”.
Maraví también negó “haber sido fundador o integrante” de la junta directiva del Conare, organización infiltrada por senderistas.
Pero el Sutep lo desmintió y mostró el estatuto de fundación (2003) del Conare, donde Maraví figura como vicepresidente, junto a otros personajes radicales como Robert Huaynalaya y César Tito Rojas. Sí, este último visitó la PCM recientemente.
El aún ministro de Trabajo también alegó que quienes lo acusaron de ser terrorista fueron torturados por la Policía. Presentó dos testimonios en ese sentido, el de Juan Alarcón Gutiérrez y el de Alfredo Silvera Flores, quienes en principio lo incriminaron ante la Policía y luego se desdijeron. Maraví dijo que por ello se archivó un proceso en su contra, pero no contó la historia completa.
En efecto, Silvera Flores dijo en 1981 que lo torturaron para autoincriminarse y acusar a Iber Maraví, pero luego, en 1982, tras escapar de la cárcel en Huamanga, murió cuando pretendía quemar una hacienda en Ayacucho junto a otros senderistas, reveló La República. Es decir, Silvera era un comprobado terrorista.
Alarcón Gutiérrez no solo señaló a Maraví de ser senderista, sino también a Edith Lagos Sáez y Orestes Urriola Gonzales, entre otros. Lagos fue una conocida senderista que murió abatida por las fuerzas del orden y Urriola fue parte del grupo que activó el coche bomba que mató a 17 personas en la calle Tarata, Miraflores.
Todos los que acusaron a Maraví Olarte en su momento eran probados terroristas y participaron en acciones subversivas. Es decir, el hoy ministro, al parecer, tuvo muy mala suerte en la vida, porque siempre estaba en el lugar equivocado y con las personas incorrectas.
Su continuidad en el gabinete es insostenible. Hace mucho rato lo era, pero la única razón por la que se mantiene es por decisión del presidente Pedro Castillo, quien también tiene vínculos con el Conare y sectores radicales del magisterio.