Crónica de una crisis anunciada. A estas alturas, nadie debería hacerse el sorprendido con lo que pasa en el flamante gobierno de Pedro Castillo. Desde la campaña estaba cantado que el caos, la improvisación y la confrontación iban a ser la marca registrada de este régimen. Los gestos de moderación fueron solo eso, y las promesas de campaña son las mentiras más frecuentes. Ya deberíamos haber aprendido esa lección.
En su primer mensaje a la Nación, Castillo lo confirmó: en lugar de despejar las dudas que hay en torno al rumbo que tomará su gobierno, el presidente, en medio de un discurso ambiguo y contradictorio, optó por el camino que le trazó el jefe de su partido, Vladimir Cerrón, y anunció un cambio constitucional por la vía de una asamblea constituyente, un mecanismo que no está en la Constitución y que le abre un frente de confrontación política y social, con el Congreso, donde la mayoría de bancadas se opone a esta aventura, y con buena parte de la sociedad, que si bien quiere cambios, no apoya un proceso de este tipo, sino reformas puntuales, como señalan varias encuestas.
El factor Bellido
La designación de Guido Bellido como jefe de gabinete va en esa línea. No era la primera opción para ese cargo. Pero ante las resistencias que generó Roger Nájar por sus antecedentes –embarazó a una menor de 14 años cuando él tenía 30–, Vladimir Cerrón tuvo que cambiar de carta, pero no de estrategia: agudizar las contradicciones para forzar una crisis política afín a sus intereses “revolucionarios”. Esto también lo había adelantado el dueño de Perú Libre en una reunión virtual con sus correligionarios que se conoció en la campaña.
Con Nájar o Bellido, el resultado hubiera sido el mismo: aislar a Pedro Castillo. Ahora hasta sus “aliados” circunstanciales –los «caviares» como suele decirles Cerrón–, que apoyaron la candidatura del profesor cajamarquino de forma entusiasta, le dan la espalda y lo cuestionan. El presidente ni siquiera ha podido completar su primer gabinete. Los voceados para ser ministros de Economía y Justicia, Pedro Francke y Avelino Guillén, respectivamente, declinaron. Este jueves juraron el cargo 16 ministros de Estado y solo dos son mujeres. Además lo hicieron con casi tres horas de retraso porque hay un pandemonio en la interna.
¿Quién es Bellido?
Guido Bellido es congresista de Perú Libre, donde milita desde el 2017 y hoy es secretario regional del lápiz en su natal Cusco. Es un personaje de la entera confianza de Vladimir Cerrón y que aparece incluso en uno de los audios del caso ‘Los dinámicos del centro’ coordinando el pago de la reparación civil del jefe de su partido, sobre quien pesa una sentencia por corrupción, con el dinero de los cupos y coimas que cobra esta mafia en Junín y que también sirvió para financiar la campaña de Pedro Castillo, según la fiscalía.
El Ministerio Público además investiga a Bellido por apología al terrorismo y es un abierto admirador de la senderista Edith Lagos. El congresista cusqueño es un conocido radical de izquierda, anti-inversión, anti-minero, que tiene un discurso homofóbico y misógino (acá se pueden hacer una idea clara de todo el odio y complejos que destila este señor), y que además dice que en Cuba no hay una dictadura.
Con esas “credenciales”, era más que obvio que la llegada de Guido Bellido a la PCM no iba a ser bien recibida ni siquiera por los aliados de Castillo y menos en la oposición, lo que ahora abre, en principio, un frente de tensión con el Congreso, al que tendrá que acudir a pedir el voto de confianza.
¿Qué puede pasar?
Esto abre dos escenarios en principio. Uno, que el Congreso no caiga en la provocación que busca Cerrón y compañía, que le dé la confianza al gabinete Bellido para evitar una confrontación temprana. Es una salida estratégica, porque dejaría que el gobierno se sabotee solo, en medios las pugnas internas que hay por el control del poder.
El otro escenario sería que el gabinete no logre la investidura. Si el Congreso no le da el voto de confianza y pisa el palito de la provocación, se abre una peligrosa caja de pandora que parece ser el lo que busca Cerrón y compañía, para forzar desde el inicio un eventual cierre del Congreso e iniciar su aventura constituyente en busca de perpetuarse en el poder. Esto también lo adelantaron, tanto Cerrón, cuando habló de una “tercera vía” para lograr la Constituyente, como el congresista de Perú Libre Guillermo Bermejo, también investigado por terrorismo (sí, el que no cree en “pelotudeces democráticas”).