Apenas unas horas después de que el gabinete ministerial recibiera el voto de confianza del Congreso, pese a que no la merecía, el premier Guido Bellido lanzó el primer aviso a este poder del Estado. “Si no nos dejan trabajar haremos cuestión de confianza”, dijo en RPP, tras descartar que alguno de los actuales ministros -entre los que hay varios con graves cargos y acusaciones- vaya a ser cambiado. “En este instante no tenemos previsto ningún cambio (…) Pienso que tenemos que ser muy serios y dejar a la gente trabajar”, agregó.
El domingo, en Chumbivilcas (Cusco), volvió a amenazar al Congreso con su cierre si es que este busca censurar a los ministros cuestionados, como lo adelantó la bancada de Renovación Popular, con el apoyo de Fuerza Popular y Avanza País, que conforman el núcleo duro de oposición en el Legislativo. “Nos obligarían a pedir la cuestión de confianza una, dos o tres veces, porque para eso justamente está elaborada la Constitución”, dijo.
Estaba cantado que el gobierno iba insistir en su estrategia de choque luego de obtener el voto de confianza. El rumbo de confrontación con el Congreso es inminente, mientras siguen acentuando la narrativa de victimización que consiste en repetir que “no los dejan trabajar”, con lo que, de paso, tapan la incapacidad propia para gobernar, producto de la improvisación y la designación de ministros no solo con prontuario político, judicial o penal, sino también con nula experiencia para los cargos que desempeñan.
Maraví es indefendible
Precisamente, uno de los ministros más cuestionados del régimen es el de Trabajo, Iber Maraví. No es el único -el mismo Guido Bellido es investigado por lavado de activos y terrorismo-, pero sí el más escandaloso.
Las evidencias de sus nexos con grupos terroristas siguen apareciendo. Acaba de conocerse otro atestado policial del 2004 que revela nueva acusación por terrorismo, que se suman a los documentos policiales que lo señalan de haber participado en atentos terroristas en la década del 80, junto con la senderista Edith Lagos -sí, la misma a la que el premier Bellido le rendía «homenaje» en sus redes sociales-.
En el caso del 2004, a Maraví se le formula denuncia penal por terrorismo, en la modalidad de instigación, por un hecho sucedido en julio de ese año en Huamanga, durante una protesta magisterial cuando era dirigente del Sute de Huamanga (Ayacucho). Este hecho además lo relaciona directamente con el Conare Sutep, facción de Roberto Huaynalaya, algo que el ministro de Trabajo había negado recientemente.
Pero hay más. Maraví Olarte es yerno del terrorista Hildebrando Pérez, principal implicado en la matanza de Lucanamarca (Ayacucho), mientras que su esposa y su suegra firmaron planillones del Movadef. Sobre esto último, el titular de Trabajo alegó que lo hicieron “sin el debido consentimiento”. O sea, algo así como que fueron sorprendidas en la calle y que no sabían lo que firmaban.
“Todo esto demuestra que tiene y ha tenido vínculos con movimientos subversivos y terroristas. El país no merece que personas ligadas al terrorismo estén dirigiendo las políticas del Estado y menos en el sector Trabajo”, señaló el legislador José Cueto, de Renovación Popular, bancada que esta semana presentará una moción de censura contra Maravi en caso el gobierno decida mantenerlo en el cargo.