Estos días de agitación política y social hay un término que se repite una y otra vez, en redes sociales, en medios de comunicación y lo han empezado a usar políticos casi como un mantra para subirse a esa ola de indignación ciudadana que envuelve al país en busca de ganarse alguito en esta campaña electoral: la llamada “Generación del Bicentenario”.
Se trata de una frase que escribió la socióloga Noelia Chávez en su cuenta Twitter para referirse a esos miles de jóvenes que salieron a las calles a protestar pese a la pandemia, durante la última la crisis política, y que de repente se volvió un fenómeno viral.
Esta generación tiene ya dos símbolos: Jack Pintado e Inti Sotelo, jóvenes que murieron a manos de la Policía durante la multitudinaria marcha del sábado 14 de noviembre que provocó la caída del gobierno interino de Manuel Merino, cinco días después de haber asumido el cargo. Incluso el actual jefe de Estado, Francisco Sagasti, le cambió el nombre a la Beca Presidente de la República que ahora se llama Beca Generación del Bicentenario.
Pero, ¿quiénes son en realidad? La misma autora de la frase cuenta que el nombre -Generación del Bicentenario- intenta darle una identidad propia a toda esa indignación ciudadana que se expresó durante una semana de movilizaciones en Lima y otros lugares del país contra la clase política en general, de todas las tendencias, porque sienten que no los representan y que son ajenos a sus necesidades.

Son en su mayoría jóvenes, que estudian o que apenas están iniciado su vida laboral y que tienen intereses diversos. No son una masa homogénea, pero los une el hartazgo hacia la impunidad y a ese lodazal en que han convertido la política la mayoría de quienes llegan a cargos o posiciones de poder solo para promover sus agendas personales.
Si hay que identificarlos por rango de edad, se puede decir que tienen entre 20 y 30 años, según Rolando Arellano, gerente general de Arellano Consultoría, pero aclara que no todos los jóvenes entre esas edades en el país -que representan el 20% de la población peruana- han salido a las calles. Según una encuesta de Ipsos, en las recientes marchas participaron alrededor de 4 millones de personas, aunque no especifican las edades.
Ahora, ¿esta generación se parece a la del 68 o a la que sacó a Fujimori del poder en el 2000? Es un debate que ahora mismo se está dando, pero es difícil saberlo porque esta es una historia que apenas se ha empezado a escribir, y con otras herramientas para hacer escuchar sus voces: las redes sociales. Ahí, en cientos de miles de cuentas de Facebook, Instagram, Twitter o Tik Tok, también se hizo sentir la indignación.
¿Y cómo son estos jóvenes?
Un reciente estudio cualitativo de Wunderman Thompson con un grupo de personas de entre 18 y 35 años, de ocho distritos de Lima, arroja algunas luces y aproximaciones, que se pueden resumir en los siguientes puntos.
- Tienen un concepto negativo de la política y el Estado.
- Son altamente pragmáticos y la educación es el único campo en el que depositan su confianza y esperanza de un mejor futuro.
- En resumen, no están pensando en ideologías, sino en la solución de sus problemas.
Se puede decir también que estos peruanos del bicentenario son una suerte de conciencia crítica de una sociedad cansada de la indiferencia y la normalización de la corrupción en la política y la ineficiencia en la gestión pública.

Pero entonces, ¿por qué algunos sectores políticos se ‘cuelgan’ de estas voces críticas para hacer campaña? Esto se ve sobre todo en la izquierda, que usa la indignación legítima de estos jóvenes para promover sus agendas particulares, como el tema de la “nueva Constitución” o la “segunda urna” en las elecciones de 2021. ¿No son acaso ellos también parte de esa clase política que rechazan los jóvenes?

Bueno, estamos en época electoral, y hay un bolsón de votos atractivo para cualquier candidato que busque el poder. Son siete millones de votantes que tendrán entre 18 y 30 años de edad para las elecciones del 11 de abril próximo, lo que equivale al 30% del padrón electoral.

Seguramente van a tratar de ‘sintonizar’ con sus reclamos, pero como hemos explicado en Piensa.pe, la mejor manera de canalizar esa indignación es a través de un voto responsable e informado, porque los cambios que exige la gente -mejores políticos y no más impunidad para corruptos y delincuentes- o los que necesita el país -más y mejores empleos, mayor inversión y libertad de empresa-, no requieren de una “nueva Constitución”. Requieren de una mejor clase política, para que el debate sea serio y transparente. Que no te floreen.
(Foto de cabecera: NYT/EPA)