La historia de Lima está vinculada a las epidemias. En 1868 se vivió una de las plagas más mortales: Lima perdió al 5% de su población (aprox. 100 mil personas). Luego, durante la primera mitad del siglo XIX, Lima fue visitada por la viruela, la difteria, las fiebres, la disentería, la tuberculosis, la pulmonía, la fiebre amarilla, entre otras.
La de 1868 se dio inicio en verano, en el cual el calor impulsó los contagios. Las autoridades, sabiendo que Lima era propensa a tener epidemias, no se esforzaron para cuidar la ciudad. No aprovecharon las riquezas de la exportación del guano y solo hicieron obras de embellecimiento, en vez de seguir las recomendaciones de la comunidad médica. Además, no reforzaron la vigilancia en el puerto del Callao, que era la entrada de enfermedades del exterior.
Los pobladores de Lima convivían con la contaminación y los gallinazos y no tenían alcalde desde hace unos años. Ante el apresurado avance de la fiebre amarilla, las autoridades empezaron a aplicar medidas radicales e incluso racistas contra los ciudadanos chinos y demás personas de clase social baja.
¿Te suena todo esto?
Los escenarios de las enfermedades del siglo XIX y XXI se parecen.
- Perú está viviendo el apogeo del gas y de los altos precios de los minerales, pero no ha invertido correctamente para garantizar una óptima calidad en servicios básicos como hospitales de calidad y suficiente personal médico.
- Durante el verano, al inicio de la pandemia, el Gobierno no resguardó el aeropuerto, principal puerta del virus.
- El fracaso de la gestión sanitaria también vino por la aplicación de medidas consideradas «razonables», pero solo terminaron perjudicando a los ciudadanos, especialmente a los de origen humilde. Tal fue el caso de las medidas que provocaron el cierre de comercios: quiebre económico de muchas familias, aumento de informalidad, de contagios y de fallecimientos.
Amigo peruano, sé vigilante de las actuaciones de nuestras autoridades. No dejemos que la historia se repita.