El miércoles 13 de enero será recordada como una de las peores conferencias respecto a la toma de medidas sobre la pandemia. El gobierno, presidido por el presidente Sagasti, fue incapaz de expresar o comunicar de una manera eficaz y transparente las medidas que, a ese momento, ya habían decidido tomar.
Sin embargo, al inicio de la conferencia, empezó de buena manera, mostró y explicó ciertas variables que evalúan permanentemente, pero que no se le ha dado suficiente bola en estas semanas; no han sido expuestas ni menos explicadas. Pues bien, aquí te las explicaremos. No solo de chistes y memes se vive.
La primera variable que tocó el presidente es el llamado factor R. Existe consenso en que este factor es el más importante para saber si la pandemia se controlará o no. Según el ingeniero aeroespacial Ragi Burhum, este factor es el número de reproducción, en promedio, efectivo del virus. Veamos la Tabla N°1.

¿Qué dijo el presidente? Bueno, que el actual factor R, al 13 de enero, era de 1.13. Es decir, está vivita y coleando. Aún sigue activa y, lo más importante, es que tiene una clara tendencia alcista. A mediados de abril estaba casi descontrolado, al tener 2.39. A ese punto le sumó el hecho de que hace unas semanas se confirmó la presencia de la variante de la cepa inglesa. Lo que hace llamativa esta cepa es que es más contagiosa, por tanto, le puede sumar al R un 0.4 o 0.7 adicional.
Otro punto importante que tocó el presidente fue el de hospitalización y disponibilidad de camas UCI. Este punto ya genera mucho debate. Sabemos que los recursos asignados a la salud, en los últimos 13 años, crecieron en 184%. Sin embargo, los gobiernos de los últimos 25 ó 30 años no supieron hacer reformas profundas en la salud porque los beneficios no serían para los políticos de turno, sino para “el otro”. El gráfico N°1, muestra la situación actual y de los últimos 7 meses atrás.

Hasta el 19 de diciembre se veía una clara caída en las hospitalizaciones. Pero, ¡chan!… fiestas navideñas y año nuevo han hecho que al 17 de enero se más que duplique la cifra de hospitalizados. De esos, casi 20% requieren de cuidados intensivos. Nos descuidamos y/o confiamos; aun cuando teníamos la certeza de que el Perú aún no tendría vacunas.
Dado que nuestra economía es informal, muchas personas tienen que salir a buscársela. El gobierno implementó campañas de información sobre no salir, quedarnos en casa para cuidar nuestra salud y la de nuestros familiares. Sin embargo, después de la debacle económica, el plan tenía que cambiar. Enfocarse en campañas que repitan todo el tiempo lo importante de mantener distancia y el uso correcto de la mascarilla. Nada de eso se ha visto en los medios.
A la vez, el Estado, lamentablemente no ha podido mejorar las infraestructuras. En temas de salud, se mejoró en la cantidad de camas en general. El Estado no pudo hacer mucho en ampliar las camas UCI debido a que estas necesitan recursos humanos que ya no hay. Pero, la atención primaria está en nada y es donde se puede brindar mejor atención y evitar que los casos, que empiezan siendo leves, terminen en hospitales donde la atención personalizada casi no existe.
Por último, una variable que expuso, pero no habló fue de la positividad de las pruebas que se realizan. Recordemos que hasta la quincena de diciembre, solo se hacían dos tipos de pruebas: moleculares y rápidas. Las primeras son más precisas, pero toman un poco más de tiempo en dar resultados. Las segundas, como su nombre lo dice, son más rápidas pero no son tan precisas. En personas que no están contagiadas, la prueba puede decirle que sí lo están. Ahora existe una tercera prueba, la antígena. Es como la molecular, pero más barata.
Básicamente, la positividad mide la cantidad de personas infectadas que se han hecho las pruebas. Es decir, si en un día, 100 personas se hacen la prueba molecular y 10 de ellas salen infectadas; la positividad es del 10%. Lo óptimo, es que la positividad se encuentre en menos de 5%. ¿En cuánto creen que estamos? En 18%. Hasta las caiguas.
Aún estamos lejos de los niveles alcanzados en agosto. Pero si no tomamos conciencia de que el uso correcto de mascarilla, el distanciamiento entre personas, asistir solo a espacios ventilados, las cifras de agosto estarán a la vuelta de la esquina. Si no deseamos que nuestras libertades sean más restringidas de lo que ya son, está en nosotros mismos revertir estas cifras antes de que se salgan de control.