A pedido de la bancada del Frente Amplio, la Junta de Portavoces del Congreso aprobó incorporar en la agenda de este miércoles el debate en el Pleno para anular la Ley de Promoción Agraria, pese a que se trata de una norma que ha demostrado funcionar desde que se implentó en el 2000 y cuya vigencia se amplió hasta el 2031.
La decisión ocurre en medio de las protestas en Ica -una de las regiones en las que mejores resultados ha tenido esta ley- de un grupo de trabajadores que denuncian abusos laborales de ciertas empresas informales del sector que no cumplen con el pago de beneficios que la norma exige (horas extras, CTS, gratificación, vacaciones y seguro de salud).
El pedido del Frente Amplio habría tenido el respaldo de las bancadas de Acción Popular (AP) y de Alianza para el Progreso (APP), lo cual no sosprende. Son los mismos que suelen apoyar medidas populistas y sin sustento técnico que perjudican al país. Y ahora, sin mayor análisis, buscan derogar una ley que ha estado vigente por 20 años.
Al final, se decidió que el tema se debata primero en las comisiones Agraria y de Economía, a través de una cuestión previa fue aprobada por 59 votos a favor, 53 en contra y dos abstenciones. Pero la intención está ahí, latente.
Como hemos explicado ya en Piensa.pe, el problema no es la ley , sino la alta informalidad que hay en el sector agrario todavía, que se suma a la falta de fiscalización de las autoridades. ¿No creen? Miren estos datos:
El 75% de trabajadores del sector agrario y 66% de trabajadores de la agroindustria siguen siendo informales. Y a los informales no es que se le recorten derechos, simplemente no los tienen. Aquí radica gran parte del problema. Además, los sueldos formales en el sector agrario y la agroindustria (S/1,704) son 85% mayores que los informales (S/922).
Pero esto no se soluciona derogando la ley, o con una «nueva Constitución» y menos con una «segunda reforma agraria» -no hace falta decir que la primera fue un desastre para el agro-, como plantean ciertos sectores de izquierda que buscan pescar en río revuelto de cara a las elecciones de abril.