En medio de la grave crisis sanitaria y económica por el coronavirus, las fichas en el tablero electoral ya comenzaron a moverse en el Perú, de cara a las elecciones de abril del próximo año, cuando los peruanos tendremos que elegir al nuevo presidente y a un nuevo congreso.
Aunque todavía no se sabe quiénes postularán por los diferentes partidos y movimientos que participarán en la contienda electoral, es casi seguro que la polarización será la forma más fácil de hacer campaña electoral (otra vez).
Hoy el Perú es quizá uno de los países de la región con más terreno fértil para discursos radicales y populistas, de derecha o izquierda, da lo mismo. Hay mucho descontento y desilusión con el Estado y la clase política: la pandemia nos ha golpeado muy duro y los políticos y autoridades no han actuado a la altura. Pero no por eso le vamos a creer al primero que venga y diga que lo va a arreglar todo de dos patadas.
Acá no te vamos a decir por quién votar, pero sí podemos darte algunas pistas para elegir mejor. Nos lo merecemos. Llevamos mucho tiempo esperando que el gobierno o el congreso que viene sea mejor que el anterior. Está en nuestro voto que así sea. Usémoslo bien.
Aquí te dejamos algunas señales para desconfiar de un candidato o candidata:
1. Si el candidato (a) divide a la sociedad entre élite corrupta y pueblo, descártalo. Si le escuchas frases como “luchar contra la injusticia”, “destruir a los poderosos”, “terminar con el saqueo de los ricos”, etcétera, no le creas.
2. Duda del candidato (a) que jure y repita que gobernará con la voluntad popular, que dice saber lo que «el pueblo necesita», que acabará con los políticos y la «oligarquía» y que «fusilará» a los corruptos. No es serio.
3. Si el candidato (a) proclama que él encarna al pueblo y que viene de él, y que por tanto tiene «la receta mágica» para terminar con todos sus problemas, solo busca endulzarte el oído.
Con una economía devastada por la pandemia, en Piensa.pe creemos que hoy más que nunca el Perú necesita autoridades que impulsen la inversión privada, el crecimiento económico y la generación de empleo; con un Estado eficiente que promueva la competencia y la libre empresa, con reglas claras, sin corrupción y con mejores servicios de salud y educación e infraestructura que ayuden a construir un país más justo y moderno.
Que no te floreen.