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El discurso preferido de la izquierda: la desigualdad

Publicado: 11/02/2022
5 minutos

Una de las banderas que la izquierda dice defender es evitar la desigualdad. Pero la mayoría de sus políticas ha generado más desigualdad o, lo peor, han igualado a la población, pero a niveles de miseria. Acá te lo explicamos.

La izquierda usa, continuamente, una bandera de lucha: combatir la desigualdad. Aunque sus políticas pueden hacer menos desigual a las sociedades, el problema de ellas es que nos condenan a una igualdad en la pobreza. Un ejemplo lo tenemos en Venezuela. A pesar de ser uno de los países más ricos gracias a las inmensas reservas de petróleo que poseen, según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) 2021, la pobreza extrema se situó en 76,6%, mientras que el 94,5% de la población venezolana es pobre. ¡Ah, pero tienen igualdad!

Existen dos grandes tipos de desigualdad. La desigualdad de ingresos y la desigualdad en la distribución del capital. La que más desata pasiones y debate es la desigualdad en ingresos. El World Inequality Database (WID – Base de datos de la Desigualdad Mundial) hace un seguimiento a las desigualdades que hay entre dentro de los países. A inicios del año pasado, mostraron una data que generó mucho debate. La gráfica N°1 muestra la desigualdad que el Perú ha tenido desde el 2001 al 2019.

¿Qué nos dice esta gráfica? Que la brecha entre ingresos se ha venido reduciendo. Empezamos el Siglo XXI teniendo una desigualdad en ingresos del 31.4%. Eso quiere decir que el 1% de las personas con ingresos más altos concentraban el 31.4% de los ingresos totales. En el 2019, esa cifra pasó a ser del 23.7%. Una caída significativa en 18 años. ¿Qué hizo para que nuestra desigualdad caiga en este período de tiempo? Para responder a esa pregunta, veamos el gráfico N°2.

Después de salir de una profunda crisis política y económica en los 90, inició un círculo virtuoso en la economía. La inversión (privada y pública), se descentralizó. Antes esta se concentraba en la costa y zonas urbanas; pero, en el exterior, inició un boom en los precios de los minerales que hizo que zonas rurales recibieran bastantes flujos de inversión, lo que creó nuevos polos de desarrollo en el interior del país. Ello empujó a que otros sectores se activen: energético, comercial, agroexportador, etc. Fue ese crecimiento económico el que permitió que la desigualdad en el Perú se reduzca.

¿Cómo podemos ver esa reducción en la desigualdad? Fácil. Veamos, con la gráfica N°3, cómo los niveles de pobreza se vinieron reduciendo a lo largo de todos estos años. En el 2004, casi la mitad de la población vivía en niveles de pobreza (personas en hogares tienen consumo per cápita inferiores al costo de una canasta total de bienes y servicios mínimos). Y 17% de la población vivía en condiciones de extrema pobreza (personas en hogares tienen consumos per cápita inferiores al valor de una canasta mínima de alimentos).

Por otro lado, el gráfico N°4 muestra cómo los hogares aún catalogados como pobres, han ido teniendo un mayor acceso a un servicio tan básico como el agua. Pero, ¿es esto suficiente? No, según el INEI, actualmente, cerca de 1 millón de ciudadanos que viven en zonas urbanas y casi 1.5 millones que se encuentran en zonas rurales, sin acceso al agua.

Adicional a lo anterior, la educación es el mayor generador de movilidad social y la manera de achicar las brechas de ingresos en todo país. La gráfica N°5 muestra cómo han caído las tasas de analfabetismo, en personas mayores de 15 años, desde el 2009. ¿Esto es suficiente? Tampoco, ese analfabetismo debería, como política pública, tender a cero en los próximos años. La educación tiene que ser la herramienta para que en el futuro todos tengamos acceso a un buen trabajo, mejores ingresos y, así, poder continuar reduciendo la desigualdad.

Hay quienes dicen es el crecimiento económico es el que genera desigualdad. Las cifras lo desmienten. El Banco Mundial ha demostrado que países como China y regiones como Latinoamérica aumentaron su desigualdad o fueron países más desiguales, en la década de los años 80, cuando todos sabemos que fueron años donde China no creció y donde para Latinoamérica fue una década perdida.

Hemos logrado reducir la desigualdad en el Perú. El mismo Banco Mundial, lo demuestra. La variable que siempre se ha utilizado para medirlo, el coeficiente de Gini (en que el valor de 1 indica una distribución de la riqueza totalmente equitativa y un valor de 100 indica que una persona es dueña de todo) cayó de 53 a 41 entre 1997 y 2019, tras haber aumentado significativamente en los años 80.

No podemos negar que aún hay mucha desigualdad. Pero, ¿quién es el encargado de equiparar las oportunidades a aquellas personas que por aleatoriedad o malas decisiones de padres o abuelos, no tuvieron oportunidades? El Estado. Hemos visto bastantes avances en lo que es provisión de servicios públicos. Sin embargo, no son suficientes para todo lo que el Estado capta o recauda. Debemos apuntar a dar las mismas oportunidades económicas a toda la población, nadie lo discute.

Y comencemos a exigirle al Estado que cumpla su deber. Es el aparato burocrático el encargado de llevar oportunidades a todos. El no haberlo exigido hizo que muchos ciudadanos vivan, por años, sin servicios o con servicios paupérrimos, aun cuando los recursos se tenían. No volvamos a cometer el error y presionemos para que el Estado dé servicios públicos de calidad. Las inequidades no se combaten con discursos populistas sino con gestión y políticas públicas. No dejemos que la izquierda nuble nuestro juicio con sus ideas que solo causan más desigualdad y miseria.

Economista enfocado en lo financiero y políticas públicas, doglover, la pandemia me regresó al mundo gamer. Una sociedad educada y con libertad económica es lo primordial para el desarrollo
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