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El año de las aulas vacías: ¿Cómo le fue a la Educación este 2020?

Publicado: 29/12/2020
4 minutos

La pandemia desnudó las brechas y deficiencias de nuestro sistema escolar y confirmó que tenemos un Estado fallido que no estuvo a la altura. El panorama para el 2021 es poco alentador.

Con la llegada a la COVID-19 a nuestro país en marzo pasado, el Gobierno declaró el estado de emergencia e impuso una rígida cuarentena para frenar la propagación de la enfermedad. Uno de los sectores más golpeados fue la Educación, con la suspensión de las clases presenciales en los colegios de todo el Perú. Y si antes de la pandemia, ya atravesábamos una crisis de aprendizaje, problemas de infraestructura y déficit docente, la cosa ahora está peor.

Así, la situación forzó la educación a distancia vía Internet. El Ministerio de Educación (Minedu), con la implementación del programa «Aprendo en Casa», para ofrecer las sesiones lectivas a través de diferentes medios digitales, además de la televisión y radio, en zonas con poca o nula cobertura de internet.

Los más afectados en este caso también fueron los escolares de menores recursos, aquellos con acceso limitado a las herramientas tecnológicas necesarias para seguir con su educación a distancia. El reto era enorme, porque montar desde cero sistemas de enseñanza que prescindan de las aulas no es fácil, más aún si solo el 32,1% de los hogares cuenta con una computadora o laptop, y solo el 35,9% cuenta con acceso fijo a Internet, según la Encuesta Nacional de Hogares al 2019. No estuvimos a la altura.

Así como la pandemia desnudó los graves problemas de nuestro sistema de salud, también confirmó que nuestra educación tienen graves brechas y deficiencias que dejaban por fuera de un derecho fundamental a miles de escolares, sobre todo en zonas rurales. De hecho, cinco meses después de iniciado el año escolar virtual, se calcula que el 45% de estudiantes dejó de participar activamente en las clases virtuales, según el colegio de profesores del país.

Unos 151.489 estudiantes, tanto de primaria como secundaria, dejaron las clases este año, de acuerdo con cifras del actual ministro de Educación, Ricardo Cuenca, quien anunció que la estrategia de «Aprendo en Casa» continuará durante el 2021, debido a que el virus seguirá entre nosotros, a lo que se suma la incertidumbre en la que está el país, sin fechas y plazos claros sobre la vacunación por la incapacidad y mezquindad de los políticos que turno. El Minedu planea implementar tres modalidades para el dictado de clases el próximo año: remota, semipresencial y presencial completa.

Además, en un país con un 70% en promedio de informalidad, el golpe a los bolsillos de las familias que se quedaron sin ingresos obligó a muchos padres a sacar a sus hijos de colegios privados y colocarlos en escuelas públicas. Se estima que de 110.000 alumnos pasaron por esta situación. Y el panorama para el 2021 es poco alentador, porque se calcula que en el Perú la pobreza monetaria de los niños y adolescentes aumentará y obligará a muchos jóvenes a que dejan las aulas para trabajar y ayudar a sus familias.

Esa es la realidad que afronta la educación -pilar para cualquier país que busque el desarrollo- en estos momentos. ¿Qué hacer? Pues implementar y mantener planes y proyectos de largo plazo, promover la inversión pública y privada en el sector, orientada a empezar a cerrar brechas y enfocada en la formación de calidad que aliente el emprendimiento. Porque sí, el Perú es un país de emprendedores. De hecho el 43% de peruanos está dispuesto a iniciar un negocio en los próximos tres años, según un informe del Global Entrepreneurship Monitor (GEM) de 2018.

Pero el Estado debería promover ese espíritu emprendedor y no frenarlo con leyes absurdas y una maraña burocrática que empujan a la informalidad, como pasa ahora. Tener un país libre, educado y productivo, que estimule la curiosidad, que aliente la ciencia y la capacitación de sus ciudadanos es el camino hacia el bienestar y el desarrollo. Por ello, este 2021 en que habrá elecciones en abril, es fundamental que empecemos a escuchar y analizar propuestas viables y sensatas de los candidatos. El cambio también está en nuestras manos.