La educación es un derecho fundamental. Es un factor clave para el desarrollo social y debería convertirse en una gran oportunidad, en particular, de las personas con menos recursos, para que puedan lograr el acceso a mejoras económicas, culturales y sociales. Sin embargo, los escolares peruanos, principalmente en colegios estatales y en zonas rurales, son los que presentan mayores limitaciones para acceder a calidad educativa.
Si antes del COVID-19 el país ya enfrentaba una crisis de aprendizaje, problemas de infraestructura y déficit docente, imagínense la amenaza que representa esta pandemia para el año escolar. Es así que, en abril, nos dijeron: “la educación no puede parar y nadie perderá el año escolar. Entonces, se implementó el programa “Aprendo en Casa” para que los estudiantes, desde sus hogares, continúen recibiendo el servicio educativo.
En ese contexto, considero que los estudiantes asumen dos roles; los que quieren estudiar y no pueden por limitaciones de acceso al programa y los que pueden acceder, pero no le meterán el punche de siempre, porque saben que de todos modos pasarán de año. Vaya dilema, docentes enviando incansables mensajes a estudiantes que los dejan en visto y del otro lado, estudiantes a los que no les llegará el mensaje.
Pero, qué tan cerca estamos, en Lambayeque, de aprender de verdad desde casa; pues la Defensoría del Pueblo detectó que cerca de 19000 estudiantes de la región, no acceden a la educación a distancia, porque no cuentan las herramientas necesarias, como ocurre en los distritos de Mórrope, Olmos, Salas, Cañaris e Incahuasi. Asimismo, y es lamentable, se identificó que algunos colegios no cuentan con data actualizada de sus estudiantes, haciendo aún más difícil poder contactarlos.
Por eso, es importante que un país tenga una mirada integral de su situación educativa y que las personas encargadas de diseñar los programas y políticas públicas conozcan y encuentren información relevante de la realidad académica. Es decir, conocer cuántos estudiantes cuentan con internet, línea telefónica, radio, tv; cuántos trabajan para ayudar en su hogar, incluso cuántos docentes conocen o están capacitados para brindar una educación en modalidad virtual, eso, solo como algunos alcances para realmente saber los desafíos que el país enfrenta para asegurar el servicio educativo.
Entonces, estando a pocos meses de culminar el año escolar, con aciertos y desaciertos, qué le espera a la educación en Lambayeque para el 2021, donde más del 50% de los docentes son población vulnerable y donde la infraestructura educativa, así como el número de estudiantes por aula no son apropiados para cumplir con el distanciamiento.
Todo indica que la virtualidad seguirá siendo la opción. Por ello, es importante que las dificultades vividas por cientos de estudiantes sean tomadas en cuenta para realizar los cambios necesarios que permitan frenar el impacto del cierre de escuelas, de lo contrario se creará una deficiencia mayor en el aprendizaje, aumentando la deserción escolar y generando mayor pobreza.