Los colegios ya están arrancando las clases del año escolar 2021. El sector público empieza hoy. Cerca de 6 millones de estudiantes regresan a las aulas… virtuales, obviamente. Algunos colegios privados empezaron el primero de marzo. Sin embargo, casi al momento en que empezaban las mates, lenguas, cívica, etc., les llegó un regalito por inicio de año escolar.
Se promulgó el Decreto Supremo N°005-2021-MINEDU. Un Reglamento para las instituciones educativas privadas para revertir la informalidad en la prestación del servicio educativo. Contiene 107 artículos, divididos en 7 títulos, más disposiciones complementarias y transitorias. Todo para regular a los colegios. Básicamente, son 6 condiciones que deberán cumplir las instituciones de educación privadas:
- Gestión Institucional: el centro educativo se organiza en función a los objetivos del Currículo Nacional de la Educación Básica.
- Infraestructura Educativa: Que cuente con los espacios adecuados, así como el mobiliario que permita desarrollar las habilidades de sus estudiantes.
- Previsión económica y financiera: El instituto educativo debe ahorrar para eventos fortuitos, por si viene otra pandemia, para no alterar o afectar su continuidad de brindar servicios educativos.
- Gestión Pedagógica: Que el aprendizaje sea real y no una serie de trabalenguas que se repiten para tenerlo grabado. La lógica y la deducción deben ser parte de ese proceso.
- Personal directivo: docente y directivo calificado según las exigencias de las distintas normas.
- Servicios complementarios: Actividades adicionales a las clases según programa educativo para dar una enseñanza integral.
Para cumplir estas seis condiciones básicas de calidad, las instituciones privadas, tienen tres años para adaptarse y podrán obtener dos años adicionales si el Minedu, tras una evaluación, les amplía el plazo.
Ok, el Estado debe regular a los actores privados y velar porque estos cumplan las exigencias mínimas; sobre todo en un sector tan importante como la educación. Pero ¡vamos! El Estado no puede distribuir las tablets compradas hace más de 5 meses y ¿pretende evaluar a las instituciones privadas? Mejor dicho, va a destinar a una burocracia para vigilar, auditar, fiscalizar y darles poder (discrecionalidad se le llama) para castigar (ni siquiera corregir) a instituciones privadas.
¿El Estado desea eliminar la competencia y hacer que solo exista la educación pública? O, como siempre, ¿desea beneficiar a grupos económicos que tienen cadenas de colegios? (¿aló Rodríguez Pastor?) Siempre este tipo de leyes terminan afectando a los más pequeños (ya habíamos tocado el tema aquí), no a los medianos y menos a los grandes. Volvemos a repetir: el Estado debe regular, pero dado un contexto de pandemia donde los colegios, muchos con pensiones sociales, están llenos de problemas porque sus costos se mantuvieron iguales pero su flujo de ingresos se vio alterado, no se les debe cargar con el aumento de costos y reglamentos.

Miremos el gráfico N°1. Hasta el 2019, el universo de alumnos en edad escolar era de casi 8 millones; un 25% de los padres y madres de familia de esos alumnos preferían matricular a sus hijos en una institución privada. El 75% restante era atendido en instituciones del Estado. Si había problemas con el servicio brindado por los privados, los padres de familia reclamaban ante la Unidad de Gestión Educativa Local (UGEL) o a Indecopi. Pero, ¿y a quiénes recurren los padres de familia de las instituciones estatales a reclamar por el equipamiento, calidad, capacidad de los profesores? Se supone que a las mismas instituciones que los privados, pero ¿el trato y la fiscalización son iguales? Creemos que no.
La educación es lo más importante para lograr el desarrollo. Eso no está en discusión. Pero nuestra educación está en crisis y sobre todo la privada que debe verse como complemento a la pública y no como competencia a esta. Para finalizar, esperemos que el proceso de vacunación avance y se retorne a las clases presenciales, para reducir las brechas educativas que esta pandemia nos ha mostrado con un librazo en la cabeza.