Van dos años. Bueno, casi dos años que desde 06 de marzo del 2020 se detectó el primer caso de Covid-19 en el Perú y en todo este tiempo, el sistema de salud, no ha tenido los cambios estructurales que requería. El Estado, a través del gobierno o los distintos gobiernos, no ha sabido salir de la inacción en la que se encuentra. De no ser por el proceso de vacunación, donde sí funcionó el Estado, los ciudadanos hubieran vuelto a vivir las escenas de la primera y segunda ola.
Decimos gobiernos porque desde marzo 2020 hemos tenido tres administraciones: la de Martín Vizcarra (el coleccionista de vacunas), la de Francisco Sagasti y la actual de Pedro Castillo (la de Merino fue mantequilla). Hubo ciertas mejoras como la provisión de camas de Unidades de Cuidados Intensivos (UCI). Miremos el gráfico N°1 para recordar cómo era nuestra situación antes.
Al iniciarse la pandemia en el 2020, a nivel nacional ni siquiera teníamos 300 camas UCI. ¡Una vergüenza de las administraciones pasadas! Al iniciarse el 2021, tuvimos un incremento de 463%. Llegamos a 1,563 camas UCI. Pero eso no fue suficiente. La segunda ola empezó y, como si no supiéramos nadar, nos revolcó. Un año después, crecimos 16%, a 1,804 camas UCI (según la sala situacional del MINSA, se llegó a tener 2,600 camas UCI, pero 800 camas se pusieron a disposición de otras enfermedades).
Sin embargo, tampoco es suficiente. Hoy, ya con la tercera ola encima, muchos especialistas como el presidente de la Sociedad Peruana de Medicina Intensiva (SOPEMI), Carlos Lescano, indican que se deberíamos tener 3,500 camas disponibles. “Hoy, con 1,800 camas que existen para enfrentar el COVID, el 50% ya están en uso”. No invirtió en tener una adecuada infraestructura para enfrentar olas que sabíamos iban a venir.
Pero, ojo, invertir en infraestructura como camas UCI no tiene sentido si no inviertes en capital humano o personal para que manejen esas camas UCI. De nada sirve tener ese tipo de camas, si no hay personal capacitado para que las opere. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda un médico intensivista por cada 10 mil habitantes. ¿Cuánto es eso? Según SOPEMI, el Perú debería tener de 2,700 a 3,200 intensivistas. Pero solo llegamos a 750 operativos.
Y esa situación se la debemos a la legislación que el Estado crea. Actualmente, a esos pocos intensivistas no se les permite trabajar en más de un establecimiento público o hacer horas extras. ¡El colmo pues! Y eso es culpa de todo el gobierno o mejor dicho de los que nos gobiernan porque incluimos al Congreso de la República, donde se legisla; es decir, donde se hacen las leyes. Es imposible que no puedan ponerse de acuerdo el Ejecutivo (que dice estar siempre con el pueblo) con el Legislativo y variar esa absurda normatividad.
Por otro lado, el Ministerio de Salud, indicó que, a diferencia de lo que sucedió el año pasado, cuando la falta de oxígeno fue la causa de la cantidad de fallecidos en la segunda ola, se tienen 413 plantas distribuidas por todo el país. La gráfica N°2 muestra esa distribución. Esto sería una muy buena noticia, si no fuera porque la Contraloría General de la República (CGR) informó que, de ese total, 112 (o sea el 27%), en 17 regiones, están con problemas.
¡Y qué problemas! O no están operativas (jamás lo estuvieron), fueron colocadas en una infraestructura que no era la adecuada para operar, no se les ha dado el mantenimiento o producen insuficiente oxígeno medicinal. Es decir, lo mismo, una y otra vez, a lo que nos tiene acostumbrado el Estado o lo que este ofrece.
Todo lo anterior sucede en un contexto donde, como te lo contamos acá, el sector salud no tiene idea cómo gastar los inmensos recursos que posee para invertir y revertir esta difícil situación en un sector tan importante como la salud. El 49% del presupuesto no fue utilizado el 2021 para hacer inversiones necesarias y recibir a la tercera ola más preparados. La gráfica N°2 muestra o compara los comportamientos de las dos administraciones en cómo manejaron los recursos de salud el año pasado.
Los últimos 4 meses del 2021 se tuvo inversiones negativas respecto al 2020. Sabemos la razón del por qué seguimos sin atención primaria. No hemos repotenciado las postas y centros de salud porque no sabemos gestionar los recursos. Tampoco se ha planteado una de las principales reformas que el sector requiere, como la de unir un sistema fragmentado donde se multiplican los actores y hace difícil tener una política clara y única. ¿Hasta cuándo?
Nuestro Estado, otra vez, no da la talla. Las personas que lo componen no prevén. No se anticipan. Les tiene que estallar los problemas en la cara para ahí recién reaccionar. En agosto del 2021, el flamante nuevo ministro de salud, Hernando Cevallos declaró a RPP: “La previsión del Minsa y EsSalud es que la tercera ola nos golpearía bastante”. ¿Qué hicieron? Los mismos problemas siguen. Tenemos más infraestructura en camas sí y plantas de oxígeno. Pero, los mismos problemas estructurales se mantienen.
Si no fuera por las vacunas, las cuales salvan vidas, no hubiésemos dejado de llorar la muerte de más personas durante el 2021. La evidencia o la data, lo que Piensa.pe siempre usa y usará, lo demuestra. Y lo mencionamos porque gracias a las vacunas es que no hemos necesitado usar del sistema de salud que aún sigue con sus mismos problemas sin intención de cambiarlo.