En el Perú (como en muchas partes del mundo) no tenemos una cultura de denuncia y la frecuencia en la que las mujeres denuncian casos de violencia de género es realmente baja. Esto sucede porque la sociedad estigmatiza a quienes lo hacen o les atribuyen la culpa de lo malo que les haya pasado. El impacto psicológico también afecta; no olvidemos que tenemos las trabas institucionales para poder concretar una denuncia y la falta de empatía con la víctima por parte del sistema de justicia desaniman a cualquiera.
Durante la pandemia, la ONU señaló que en el mundo 243 millones de mujeres y niñas sufrieron violencia física o sexual. La misma institución señaló que en nuestro país una de cada tres mujeres sufría violencia física o sexual y con la pandemia en curso, las llamadas a las líneas de ayuda aumentaron. A pesar del distanciamiento social, el acoso sexual en las redes y en zonas públicas sigue subiendo. Ahora, recordemos que esto es solo la punta del iceberg.
Es cierto, la violencia contra las mujeres se ha ido visibilizando debido a que muchas han alzado su voz de protesta. Los medios digitales han apoyado a la causa. Pero aún existen tipos de violencia que aún están algo ´normalizadas´ como la violencia ginecológica y obstétrica. Esto ocurre cuando un especialista pasa los límites permitidos, y va desde comentarios que lastiman la dignidad, sexistas, ofensivos, racistas, juicios sobre la salud sexual y reproductiva hasta atención física inhumana.
Más de uno se dará cuenta que al ir a un hospital o servicio de salud público, muchas veces el trato que se da es simplemente intolerable y muchas mujeres, penosamente, se suman la fila de agresores. Muchas madres adolescentes o solteras atraviesan esta violencia en silencio sin poderse defender (porque están débiles, deprimidas, cargando agresiones pasadas, etc.) ¡Obviamente nadie quiere ganarse un enemigo cuando sabe que este tiene poder sobre su salud!
Es el día de la mujer y falta mucho para que sea un día de celebración. Necesitamos un cambio en todo nivel y lo primero es reconocer que existe violencia normalizada, que el Estado debe mejorar en sus instituciones y procesos para que existan menos trabas, que se debe contar con personal idóneo, con calidad humana. ¿Y como sociedad? aprendamos a hablar sin juzgar. Nadie conoce la realidad de otra persona. Actuemos con empatía.
#8M
#NoMásSilencio