Por muchos años creí que la peor empresa privada en Perú era una de telecomunicaciones que llegó en 1993. Sin embargo, con los años, en algo, pero en algo, mejoraron. Ahora, la que está haciendo todos los ‘méritos’ para ello es la también española Repsol, que ha cometido errores mayúsculos y una actitud negligente respecto al derrame de petróleo ocurrido en Ventanilla.
Recapitulemos para entender todo lo que ha sucedido hasta ahora. El sábado 15 de enero, mostraron una supina incapacidad para percatarse de lo que sucedía en plena descarga de petróleo. No se dieron cuenta, hasta 3 horas, que el flujo de petróleo había acabado en el mar. Y lo peor en ese momento fue la falsa información sobre la cantidad derramada. Solo siete galones, dijeron, o un sexto de un barril de petróleo.
Ni siquiera tuvieron la iniciativa de hacer “cuentas”. O sea, con cuántos barriles llegó el buque Mare Doricum. De esa cantidad, ¿cuánto fue traspasada con éxito a sus almacenes?, ¿cuánto de ese petróleo se mantuvo todavía en el barco? No lo hicieron. Simple aritmética que no hicieron. Recién, al día siguiente, domingo, cuando el petróleo vertido en el mar se había extendido y llegado a las playas, Repsol informó que el derrame era de cerca de 6,000 barriles de petróleo. El equivalente a 252 mil galones.
Ahí se mostró su negligencia y su falta de respuesta para poder contener al petróleo que tanto daño ha hecho y sigue haciendo a la flora y fauna de nuestro litoral. Según el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA), el área afectada es 1′739,950.9 m2 en, hasta ahora, 21 playas, y 1′186,965.8 m2 en el mar.
Después, el miércoles 19 de enero, en una muestra desastrosa de pésimo planeamiento estratégico comunicacional, la vocera de Repsol, Tina Van den Wall Bake, no solo dijo que no se dieron cuenta del derrame porque fue en la noche, y recién lo dimensionaron al día siguiente con la luz del sol; también dijo que no se hacían responsables de este desastre ecológico. Si el riesgo de realizar una actividad se materializa e impacta en terceros, es responsabilidad del que efectúa esa actividad asumir y reparar esos daños, al margen de que haya sido su culpa o no, lo cual lo determinarán las investigaciones en curso.
Luego, para el día jueves, en playas severamente contaminadas, la forma en cómo la empresa realizaba trabajos de limpieza era insultante. La ausencia de equipos y tecnológica para atender este tipo de desastres era total. Acá te explicamos cómo se debe proceder en emergencias de este tipo. Por si fuera poco, el miércoles 26 nos enteramos de un nuevo vertido de petróleo al mar que en realidad ocurrió un día antes. ¿Qué pasó?
La empresa Repsol, que se jacta tener la tecnología de punta en sus procesos de descarga y refino del petróleo, no tiene tecnología para limpiar sus tuberías. Por las investigaciones, las estructuras que conforman las tuberías fueron removidas. Los residuos de petróleo dentro de ellas cayeron al mar, y la empresa calificó a este hecho como “afloramiento controlado de remanentes”. La Marina de Guerra precisó que, si el petróleo cae, es un derrame, no afloramiento.
¿Qué sabemos ahora? El buque tanque donde se trajo el petróleo se llama Dore Maricum. Su capitán, Giacomo Pisani, el sábado 15 de enero preparó 8 informes de protesta por las acciones que Repsol hizo en el proceso de descarga del petróleo. Estas son declaraciones y fotos de esos reportes que difundió El Comercio.


Esta segunda carta de protesta Repsol la quiere usar de «prueba» de que ellos no fueron los responsables del derrame, sino el oleaje anómalo que se presentó. Sin embargo, veamos las demás imágenes con el resto de protestas.

Un incidente de separación de las cuerdas de amarre hizo pedir al capitán, a las 5:30pm, que el piloto aborde la nave. Sin embargo, el piloto no lo hizo hasta seis horas después.

La anterior es una de las cartas de protestas más importantes, y revela las mentiras de Repsol y el hecho de que hayan querido minimizar el accidente.

Aquí el reclamo del capitán porque no habían buzos para visualizar el estado de la manguera causante del desastre.

En esta carta de protesta, el capitán refleja su preocupación porque alrededor de su barco, y sus amarres, están llenos de petróleo.

En una situación anormal o extraña, el capitán reclama porque no le dieron la cuenta de lo que el terminal había logrado recibir desde el barco. Sin eso, el buque no podía saber cuánto petróleo había recibido la terminal de Ventanilla.

El capitán se queja de que los representantes de la refinería no firmen sus cartas de protesta.
Como vemos, Repsol, a través de sus altos funcionarios, que se supone son los mejores, tiene muchísimo por aclarar y responder. Su proceder irresponsable y negligente no solo los afecta a ellos como empresa, sino también le hace un daño terrible a toda la actividad y a las inversiones en exploración y producción de petróleo y gas en el país.
No dejaremos de hablar del atentado que Repsol ha hecho a nuestros ecosistemas, hasta que la empresa asuma responsabilidad, pida disculpas y los culpables sean sancionados como debe ser.