Por Karen Reyes
Las marcas personales se crean a partir del prestigio y el reconocimiento de los demás en las características o talentos que poseemos como individuos. Los gobiernos, las ciudades también pueden crear y posicionar su marca, en este caso, organizacional. En Cuba la historia es contada por los que están en el poder, como todas las historias. Y su storytelling se ha mantenido por más de 60 años, a pesar de que ya no son los mismos tiempos. “Con la Revolución y solo con la Revolución se podrá alcanzar la libertad plena del hombre”, es la esencia de ese discurso.
Pero lo cierto es que, en estos años, pocos han sido los avances en cuanto a calidad de vida del pueblo en Cuba. Solo la educación y la salud se mantienen como estandartes del proceso que llegó al poder en 1959. Ambos sectores dejan grandes descontentos en los cubanos, pues ni la calidad es óptima, ni las instalaciones cuentan con las condiciones ideales para satisfacer al pueblo.
Sin embargo, no deja de escucharse en los podios de escenarios internacionales que la educación y salud en Cuba son de las mejores del mundo, y de las pocas gratuitas.
Y aquí tenemos la primera variable: el bloqueo
Junto a ese slogan hay otro tan perecedero como la humanidad: la culpa es del bloqueo. El bloqueo es un término abstracto que emplean para denominar las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, y que se acomoda de acuerdo soplen los vientos.
El bloqueo puede pasar de ser un estímulo a la creatividad para salir de la categoría de país del tercer mundo a ser la condición que nos asfixia económicamente y que limita la gestión internacional de recursos para el país.
Por supuesto que lo anterior, ese discurso tantas veces dictado en asambleas, presentaciones ante las Naciones Unidas y tribunas tiene un sistema de comunicación que fue infalible e infranqueable: los medios de prensa oficialistas en Cuba.
Los medios de comunicación constituyen la segunda variable
La prensa oficialista en Cuba valida, difunde y entroniza conceptos, ideas, comportamientos y todo un sistema de actuación que responde únicamente a la política de gobierno. El disenso no está permitido. Tener una opinión diferente, bien argumentada y defenderla ante el plenario, puede ser suficiente motivo para no tener la palabra nuevamente. Un voto de silencio obligatorio, pues la diversidad solo aplica a temas de la comunidad LGBTIQ+.
Emplean contenidos y continentes modernos, de primer mundo, porque es el método más expedito de confundir las mentes, de adoctrinarlas. Luces y entretenimiento para que la masa se mantenga alejada de las cosas importantes, como los gastos del presupuesto. El circo y el pan. Solo que luego de la aparición de los datos móviles en los celulares, las cuestiones de Estado y las condiciones del resto del mundo, ya no se restringen a sus imágenes.
Y finalmente, llega la variable de la salvación. Amén de los retos que ha supuesto lidiar con la nueva realidad, la pandémica, en Cuba se ha aprovechado para mantener el circo. Por dos años se dispuso la producción y la logística para la presentación diaria de los datos sobre la pandemia en la TV. Por más de 27 meses han sangrado las escuetas cifras del presupuesto del estado en visitas y reuniones a los diferentes sectores productivos, que hasta la fecha no devuelven ningún resultado concreto.
A pesar del triunfalismo de los titulares, la realidad es de desabastecimiento de comida, aseo, maquinarias, materias primas, combustibles, fertilizantes, paquetes tecnológicos de la agricultura, accesorios y toda clase de necesidades básicas para vivir. La realidad son los cientos de presos políticos que existen. Las limitaciones de expresión, pensamiento, reunión y uso de las nuevas tecnologías.
Y ese es el mismo y único resultado: un gobierno que pondera la democracia, pero no permite que sea en todos sus matices.