Los últimos meses han tenido algo en común y es que para muchos emprendedores o empresas ha sido el fin del camino. Lo hemos visto por las calles, en las noticias o redes sociales, o lo hemos vivido en carne propia. Y es que cuando una empresa se va, queda un espacio vacío. No importa si es grande o chica, queda un cartel en la puerta que dice “se vende”, “se alquila” o un edificio abandonado. Pero ojo que no es solo eso, es mucho más.
Cuando una empresa se va, mueren los sueños de alguien que se arriesgó y arriesgó lo que tenía y que tal vez no vuelva a arriesgar. Y por aquí no paramos, la lista continúa, ya que decenas, cientos o tal vez miles se quedan sin trabajo… y si le preguntamos a cualquiera, nunca es un buen momento para quedarse sin trabajo. Pero no solo eso, también hay menos opciones, menos colores, menos sabores. En resumen, menos LIBERTAD.
Cuando una empresa se va, otras también se pueden ir, las de sus proveedores, la que le hacían la limpieza, las que le daban el almuerzo a los trabajadores, todos los que formaban parte de su cadena de valor corren el riesgo de irse también. Por eso es importante que creemos y cuidemos de las empresas, principalmente la de los emprendedores peruanos. Si las empresas se van, no hay esperanza de un mañana mejor o de un país mejor. Las empresas, sean grandes o pequeñas, nos mejoran el futuro a todos los peruanos.
Y ahora que vienen las elecciones, elije candidatos que entiendan que sin empresas no hay impuestos, sin impuestos no hay hospitales, no hay escuelas, no hay carreteras, no hay servicios para el ciudadano, en resumen, NO HAY ESTADO.