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Cuando el Estado no hace su chamba, las desigualdades se agravan

Publicado: 27/08/2021
5 minutos

¿Sabrá este gobierno cómo cerrar brechas sociales, más allá de la retórica dogmática que repitió el premier Guido Bellido en el Congreso? Las inequidades no se combaten con discursos populistas sino con gestión y políticas públicas. Los datos y la evidencia así lo demuestran. Acá te lo contamos.

Marta, una de 4 hermanas, vino de Canta a Lima. No fue a la universidad, pero gracias a la educación técnica que recibió en su colegio, logró trabajar como secretaria tanto en el ámbito privado como en el público. Mientras trabajaba, ahorraba. También en sus tiempos libres vendía bocaditos a los colegios. Parte de esas ganancias también las ahorraba. A los años, se casó y tuvo tres hijos a los que logró mandar a la universidad.

El conformismo no le iba a Marta. Quería salir adelante a cómo dé lugar. Sabía que, ante los fracasos que se le presentasen (que fueron varios) no podía dejarse vencer y sumado a que le ponía ganas en todo lo que emprendía, iba a poder salir de la pobreza con la que llegó. Mejorar, día a día, era su consigna. Aunque nunca vio “Retroceder nunca, rendirse jamás”, digamos que hizo suya la frase.

La historia que te acabo de contar les ha pasado a muchas personas en las últimas décadas. Personas que con una mano adelante y otra atrás, sin contactos, sin padrinos, sin argollas, sin la gentita que ayude a encontrar un puesto en alguna empresa, salieron adelante. No llegaron a ir a la universidad, el tiempo les ganó. Pero sí lograron graduarse de la universidad de la calle o de la vida, que a veces, enseña muchísimo más.

Emprendieron para crear bienestar para ellos y su familia, entendieron que podían generar riqueza y lo hicieron. Con herramientas que posiblemente fueron dadas por familiares (casi siempre es así) se “recursearon” y gracias a sus habilidades propias que fueron desarrollando poco a poco. Y claro, todo eso en un espacio de cierta libertad económica para invertir, emprender y contratar.

La gente no es conformista. Tiene un hambre por superarse o salir adelante. La gran mayoría se mueve cuando ve a otra persona que lo consigue. Progresó, logró en base a esfuerzo y riesgo propio con  honestidad, salir de un estado que no lo satisfacía y eso empuja a muchos a tomar el mismo camino. Claro, otros, mal formados y con nulos valores, pueden decir que “miren a ese pata como genera desigualdad, lo deberían castigar o penalizar”. Critican porque como ellos carecen de cierto empuje para emprender, prefieren ver a todos en su misma situación. Menos mal que son, por ahora, pocos.

Dado lo anterior, nos causa bastante sorpresa, por no decir otra cosa, de que el premier Guido Bellido haya sostenido la siguiente posición en su discurso ante el Congreso:

“(…) gobernaremos para todos y todas, pero haciendo un especial énfasis en nuestras comunidades desplazadas, en quienes han sufrido el azote de la precarización de un modelo que ha ensanchado las brechas y una crisis que ha profundizado los abismos de desigualdad”.

O el premier, al que se le acaban de dar un voto de confianza con reservas, no sabe analizar las cifras, o como las cifras no le son favorables, prefiere mantener una posición ideológica que la evidencia no sostiene, aquí le vamos a mandar ciertos datos para que se centre en lo verdaderamente relevante. Para empezar, miremos la gráfica N°1.

Muestra el comportamiento de la desigualdad desde el año 2000 al 2019. Este cálculo lo hace la World Inequality Database (WID). Te pregunto… ¿la desigualdad se ha incrementado o se ha reducido en este horizonte de tiempo? Se ha reducido… de lo que era 31.4% en el año 2001, el 2019 se encuentra en casi 24%. Aquí ya te habíamos contado de este gráfico, cuando la agencia Bloomberg cometió un error. Todos criticaron la cifra, pero nadie mostró o habló de la tendencia clara en reducción de desigualdad.

No podemos negar que existen ciertas desigualdades tan, pero tan profundas que la única herencia que los padres dejan a sus hijos es esa falta de oportunidades en pobreza. Errores que cometieron los padres, por factores ajenos a su control, también lo comenten los hijos, y muchas veces también los nietos. Pero, ¿saben quién es el encargado de equiparar oportunidades a aquellas personas que por aleatoriedad no tuvieron oportunidades como Marta? El Estado.

El Estado, hace años, a Marta le brindó una educación técnica en el colegio. Cuando ingresó a secundaria, le dieron a elegir entre la media comercial, industrial o común. Eligió la comercial y con esas herramientas, pudo venirse a Lima con las chibolas de sus hermanas y poco a poco salir adelante. ¿Hoy el Estado puede dar esas herramientas, en el campo educativo, para poder aplanar la cancha? El gobierno hoy no sabe si los niños regresarán a las clases presenciales el próximo año, pero sí plantea una indemnización para el sindicato de profesores.

Siempre nos enorgullecemos por la megadiversidad de nuestro país. “El Perú es megadiverso”, decimos. Somos una nación rica justamente porque no somos iguales. Debemos apuntar a dar las mismas oportunidades económicas a toda la población, nadie lo discute. Pero, de ahí criticar a unos porque salen adelante es ir contra la propia naturaleza, la cual nos ha dado talentos y comportamientos también variados.

Y comencemos a exigirle al Estado que cumpla su deber. Es el aparato burocrático, con todos los recursos en impuestos, tasas, contribuciones que consigue de los ciudadanos y empresas, es el encargado de llevar oportunidades a todos. El no haberlo exigido, hizo que muchos ciudadanos vivan, por años, sin servicios o con servicios paupérrimos, aun cuando los recursos se tenían. No volvamos a cometer el error y presionemos para que el Estado dé servicios públicos de calidad. Las inequidades no se combaten con discursos populistas sino con gestión y políticas públicas.

Economista enfocado en lo financiero y políticas públicas, doglover, la pandemia me regresó al mundo gamer. Una sociedad educada y con libertad económica es lo primordial para el desarrollo
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