Seguimos en lo mismo. Pasan los días y las semanas y no hay señales claras de un cambio real en el gobierno que le permita enfocarse en lo urgente e importante para el país. Por el contrario, el presidente Pedro Castillo ha mantenido su racha intacta para equivocarse con nombramientos y designaciones muy cuestionables, por lo decir lo menos.
Vergüenza diplomática
Esta semana el caso de Richard Rojas, el operador político de Vladimir Cerrón, fue un papelón. Tras su fallida designación como embajador de Perú en Panamá, el presidente lo “nombró” embajador en Venezuela y le encargó la misión de reabrir la embajada peruana en Caracas, con lo que, de paso, busca legitimar la dictadura de Nicolás Maduro.
Pero los planes se le quemaron otra vez. El Poder Judicial acogió de forma parcial un pedido de la fiscalía y dictó seis meses de impedimento de salida del país contra Rojas, quien es investigado por organización criminal y lavado de activos, y es un hombre de mucha confianza de Cerrón.
No por gusto el dueño de Perú Libre quiso retirar más de S/376 mil a través de Rojas, una operación que la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) frustró dos veces. Pero además el flamante ‘embajador varado’ ha sido personero legal, jefe de prensa, jefe de campaña y secretario de organización norte del partido del lápiz.
‘Hermanón’ sin resolución
El otro hecho vergonzoso fue el intento de Pedro Castillo de nombrar a Ricardo Belmont como su asesor. Lo anunció con bombos y platillos, pero al final la misma premier Mirtha Vásquez le bajó el dedo al cuestionado exalcalde de Lima, que apenas una semana antes no solo arremetió contra el profesor cajamarquino, al que le auguró un destino como “preso” o “fugado”, sino también contra la misma jefa de gabinete.
El presidente tuvo que dar marcha atrás y decidió no oficializar la designación del popular ‘hermanón’, un dinosaurio que encarna lo peor de la política peruana: oportunista, antivacuna, machista, misógino y xenófobo.
Los ‘dinámicos’ fugados
Cinco dirigentes de Perú Libre claves en el proceso judicial por el financiamiento ilegal de Perú Libre con orden de captura huyeron a Bolivia, según informes de inteligencia de la Policía.
La fuga coincide con el nombramiento de Luis Barranzuela como ministro del Interior, que no hizo lo necesario para cumplir con el mandato judicial contra Arturo Cárdenas, Eduardo Reyes, Waldys Vilcapoma, José Bendezú y Francisco Muedas. Se demoró casi dos semanas en colocar sus nombres en la lista de los más buscados y ofrecer recompensas para facilitar sus capturas.
Claro, Barranzuela fue abogado de Cerrón y Perú Libre en ese proceso, justamente. Había un evidente conflicto intereses que no le interesó mucho a Castillo, que hasta el momento lo mantiene en el cargo, pese a que su permanencia en el gabinete es insostenible y pone en riesgo el voto de confianza al gabinete. Esto sin mencionar los vínculos del ministro con cocaleros a los que asesoraba y alentada a “hacerse sentir” para que se suspenda la erradicación de cultivos que van al narcotráfico.
Ahora los cocaleros están en paro. En Puno, hace una semana, tienen tomado varios tramos de la vía Interoceánica, incluido el puente Inambari; han atacado a erradicadores del Corah y exigen que se anule la destrucción de cocales ilegales, como ha sucedido en el Vraem, zona liberada por las huestes narcosenderista de los Quispe Palomino, con los riesgos y consecuencias que ello implica.
Así, en dos meses y medio, el presidente Castillo no ha tomado una sola medida que ayude al país a salir de la crisis política y económica. La ‘agenda’ del presidente ha estado marcada por la improvisación y falta de capacidad para gobernar, la confrontación con el Congreso, el copamiento de instituciones claves y la repartija de cuotas de poder según intereses particulares.
O sea, más de lo mismo.