Siento envidia. Aunque sabemos que las vacunas llegarán en una semana, y es algo muuuy bueno, otros países nos llevan años luz. El país que está liderando la vacunación en el mundo es Israel. Ellos adquirieron la vacuna de Pfize-BioNTech y -pucha- han avanzado súper rápido.
Con 9 millones de habitantes, cerca de 1.7 millones de personas; es decir, casi el 20% de la población, ya recibieron las 2 dosis. Y casi 3 millones de personas, ya recibieron su primera dosis. Según reporta la BBC, solo 0.4% de las personas resultaron infectadas una semana después de haber sido vacunadas y-este dato es brutal- solo el 0.002% de los vacunados tuvieron que se internados. Y para fines de marzo, esperan vacunar al 100% de su población mayor a 16 años. Y ojo, un factor importante, es que el proceso de vacunación lo han hecho en un contexto de cuarentena.
Por lo anterior, debemos darnos cuenta lo importante que será iniciar, apenas lleguen las vacunas, un proceso masivo de vacunación. Aquí y aquí hemos dejado la posición de Piensa.pe sobre permitir la compra de vacunas por el sector privado. Y es una posición que reafirmamos. Dada nuestra situación, la única alternativa, como solución a la pandemia, es poder vacunar a la mayor cantidad de personas en el menor tiempo posible.
Dada nuestra infraestructura en salud, nuestro déficit de médicos, la ineficiencia del Estado, pésima visión de nuestros políticos y la mala conducta de un gran sector de los ciudadanos, no podemos plantear otra solución; ni siquiera una cuarentena por las graves consecuencias económicos que se derivan de esa medida. Por tal razón, si el Estado desea trabajar desde una visión de equidad y que el acceso a las vacunas sea universal, debe permitir que los privados que deseen, puedan comprar, importar y vender la vacuna a aquellos consumidores que tengan la predisposición a comprarla.
El Estado ha planteado las siguientes fases para vacunar: primero, personal de salud (sector público y privado), a los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, bomberos, Cruz Roja, personal de seguridad, serenazgo, brigadistas, personal de limpieza, estudiantes de salud y miembros de las mesas electorales. Totalmente de acuerdo. Así tiene que ser. Luego se inmunizará a adultos mayores, personas con comorbilidades, población de comunidades nativas e indígenas, personal del Instituto Nacional Penitenciario (INPE) y personas privadas de la libertad (en esto no estamos de acuerdo, pero en fin, qué se puede hacer); y finalmente, a la población de 18 a 59 años.
Si el Estado hace solo -sin ayuda del sector privado- las fases mencionadas, según la revista The Economist, tendremos vacunada al 100% de la población objetiva (mayores de 18) recién a mediados del 2022. ¡No vamos a resistir un año y medio más! Para que exista la inmunización general, la vacuna debe llegar a un 70%-85% de la población. Ese nivel no se alcanzará de forma rápida y los contagios seguirán, algunos necesitarán hospitalización y otras requerirán camas UCI y seguirá un círculo vicioso. ¡No hay tiempo!
¿Acaso los gremios, grandes empresas (mineras, bancos, industrias), en unión con los laboratorios, no podrían adquirir vacunas para su personal y para las personas que deseen pagar e ir trabajando en vacunar a las personas entre los 18 a 59 años mientras el Estado se encarga de las 2 primeras fases? ¿No sería factible ir en dos caminos en paralelo y hacer sinergias entre el Estado y la sociedad civil o los privados?
“Los de Piensa.pe refieren a un medio neoliberal para que la salud sea manejada como un negocio. Debe ser gratuita para todos”. El sesgo ideológico de algunos nos puede llegar a colapsar como país. Si no deseas una fuente externa, entonces considera lo que el defensor del Pueblo dice: “Hay que ponderar el esfuerzo [adquirir vacunas], (pero) también hay que reconocer que no vamos a tener vacunas sino probablemente en cantidad suficiente hasta después del segundo semestre del 2021 (…); es decir, el 2021 no va a ser posible cumplir con la inmunización de la población”. Lo anterior lo dijo en RRP Noticias.
Exijamos a nuestras autoridades que al menos evalúen si es conveniente la comercialización de la vacuna. Ello le generará más recursos al Estado (vía pago del IGV), una rápida universalización de la vacuna y, lo más importante, la tan deseada inmunización.