Ya están de salida pero no se quieren ir sin dejar la valla bien ‘alta’ como uno de los peores congresos de la historia, por lo menos ya es el más populista e irresponsable, con un récord de aprobación de leyes que luego son declaradas inconstitucionales Este Congreso, que es de transición, por lo que solo debía tener tres legislaturas en año y medio de gestión, insistirá en modificar la Constitución al caballazo.
Por ello, el pleno del Legislativo, con 75 votos a favor, de las bancadas de Alianza para el Progreso (APP), Acción Popular (AP), Frepap, Podemos, Unión por el Peru (UPP), Descentralización Democrática, Nueva Constitución y Somos Perú, aprobó partir la tercera y última legislatura en dos, para crear una cuarta. Los 33 votos en contra fueron de las bancadas del Frente Amplio, el Partido Morado y Fuerza Popular. Hubo 5 abstenciones.
Así, la tercera legislatura culminará el 12 de junio próximo y la cuarta se iniciará al día siguiente y terminará el 16 de julio. Es decir, pretenden reformar la Constitución, que es un asunto delicado y que merece un debate reflexivo, en solo un mes.
Hay dos maneras -correctas- de aprobar reformas constitucionales: con una votación a favor de 66 congresistas y la convocatoria a un referéndum, como sucedió en el 2018 con la bicameralidad (que la gente rechazó en las urnas). La otra es que la reforma se apruebe en dos legislaturas seguidas con 87 votos en cada una. En un periodo regular, cada legislatura ordinaria dura seis meses.
¿Y qué cambios exprés quieren hacer?
Dos principalmente: 1) el retorno a la bicameralidad y 2) la regulación de la cuestión de confianza.
Como ya hemos explicado en Piensa.pe, aquí viene la trampa: la primera modificación permitiría que los congresistas actuales postulen para senadores. Con la segunda buscan poner un candado para evitar lo ocurrido con el expresidente Martín Vizcarra y la disolución del Congreso. Es decir, están desesperados por aprobar estos cambios que los benefician de forma directa.
¿Cuál es el problema?
Aunque es una medida legal, no necesariamente es legítima. Primero, porque la ciudadanía rechazó la bicameralidad en el referéndum del 2018 y segundo porque tener dos cámaras no garantiza un mejor Congreso ni leyes más reflexivas si no se mejora la calidad de sus integrantes. Y seguro varios de los actuales congresistas van a querer ser senadores.
Además, el Tribunal Constitucional (TC) fijó en su jurisprudencia que los procesos de deliberación de los proyectos de ley deben ser reflexivos y tener la participación de la sociedad civil. Más aún si se trata de reformas claves. Hacerlo al caballazo, en solo un mes como pretenden ahora, atenta contra este principio y genera un mal precedente.
«Las reformas constitucionales han sido diseñadas para que sean procesos lentos, complejos , a efectos de que no se tomen decisiones precipitadas», dijo Víctor García Toma, expresidente del TC. «Estando ad portas la juramentación de un nuevo Congreso no se entiende el por qué de la precipitación», agregó.
Transparencia emitió un comunicado en el que señala que la medida es “riesgosa para la democracia”.

La Defensoría del Pueblo también se pronunció en el mismo sentido. “La adopción de tal medida implicaría un quiebre del principio de rigidez constitucional”, señalaron