Las regiones que votaron por el candidato presidencial de Perú Libre, Pedro Castillo, en sur y centro del país, sobre todo, además de altos índices de pobreza y falta de servicios básicos que padecen, también han sido las más afectadas por el fracaso de la estrategia sanitaria del gobierno frente a la pandemia, al registrar un gran aumento de los fallecimientos en el último trimestre del 2021, según la base de datos del Sistema Informático Nacional de Defunciones (Sinadef), que registró esta semana 541 muertes diarias.
Esto refuerza la tesis de que el respaldo a Castillo no es ideológico -no es un apoyo a su propuesta de gobierno estatista e intervencionista, que traería solo más pobreza y atraso en estas zonas ya golpeados por la indiferencia de las autoridades-, sino de protesta y hartazgo por la situación en la que viven nuestros compatriotas en estas regiones, como han coincidido varios expertos, analistas y observadores.
Hasta el primer trimestre (enero-marzo) del 2020, los decesos se mantenían en un nivel similar en estas regiones. Pero en este primer trimestre la mortalidad se disparó. En Huancavelica aumentó más del doble (110%), en Apurímac a casi el triple (157%), Ayacucho de igual manera (164%), en Puno (147%) y Cajamarca (106%) lo mismo, al igual que Tacna (194%).

Si bien no es el único factor, ya que en todo el Perú hay ahora una mayor mortalidad por la pandemia, esto no ayuda a la confianza de la gente en el actual modelo, debido a la ausencia del Estado en buena parte del país, donde son constantes casos de corrupción política, como el «vacunagate», con políticos vacunándose de forma privilegiada, mientras los hospitales están colapsados y la gente muere esperando atención médica, una cama UCI u oxígeno.
En regiones de la selva el aumento de decesos ha sido más moderado y coincide con una menor votación por alternativas antisistema: Madre de Dios (52%), San Martín (64%), Ucayali (58%) y Amazonas (48%).
El plan del Perú Libre de Vladimir Cerrón y Pedro Castillo, que plantea un “Estado socialista” e “interventor”, desactivar el TC, cerrar el Congreso, indultar a Antauro Humala, estatizar “sectores estratégicos” de la economía y regular medios de comunicación, es una seria amenaza para la democracia y el desarrollo del país.
Pero para quienes apoyan a Castillo eso no es importante, porque no se han beneficiado directamente en los últimos 20 años ni de la democracia ni del desarrollo. Tienen todo el derecho a estar molestos, y a expresarlo en las urnas cada cinco años. Eso es lo que debería empezar a cambiar si no queremos estar viviendo a salto de mata en cada elección.