Chile se convirtió en el país que más rápido vacuna a su población contra el nuevo coronavirus en todo el mundo, con un promedio de 1.08 dosis diarias por cada 100 habitantes inoculadas en las últimas siete jornadas.
Ya superó a Israel, que venía liderando la inoculación de dosis con base en el promedio de los últimos siete días, quedando con 1.06, según los últimos datos de la plataforma científica ‘Our World in Data‘, la publicación online de referencia para el seguimiento del avance de las vacunas en el mundo.
Chile ya superó también en ritmo de vacunación a otros países del top cinco global, como EEUU (0.65), Emiratos Árabes Unidos (0.33), Brasil (0.17) y Rusia (0.14). Muy por encima además del promedio mundial (0.9).

A diferencia de Perú, donde la primera fase de vacunación avanza a paso lento y en medio de descoordinaciones, Chile, en poco más de 15 días, logró vacunar a más de 2,7 millones de personas, superando el objetivo de su gobierno de vacunar a 100.000 personas al día.
Incluso, el vecino del sur tuvo jornadas, por ejemplo, en que se vacunaron hasta 270.000 personas, lo que supone casi un 1,5% de la población total de Chile, de 19 millones de habitantes. La meta es tener vacunado al 80% en el primer semestre del año.
El que no arriesga, no gana
El primer paso para que una campaña de inmunización tenga éxito es asegurar la cantidad necesaria y oportuna de vacunas disponibles, algo que Perú hizo tarde y mal, por varias razones. En cambio Chile comenzó a negociar acuerdos con los laboratorios cuando el desarrollo de las vacunas contra la COVID -19 apenas se iniciaba.
Fue una apuesta arriesgada, sin duda, pero al final acertada, porque Chile logró asegurar la compra de más de 30 millones de dosis solo para este 2021. “Aunque se pierda la plata, hay que hacerlo”, fue lo que dijo en su momento el presidente chileno Sebastián Piñera, según contó en el programa “Café Cargado” el exministro de Salud de este país Jaime Mañalich, quien fue el que inició las primeras negociaciones, en marzo del 2020.
La estrategia fue “prepagar” sus candidatas a vacunas de farmacéuticas en las que Chile tenía cierto grado de confianza por experiencias positivas previas. “Tenía que ser más de un laboratorio y lo hicimos con cuatro de esa época”, apuntó Mañalich.
Hoy Chile tiene acuerdos firmados con Pfizer/BionTech por 10 millones de dosis, Sinovac 13 millones, Oxford/AstraZeneca 6,5 millones, COVAX (5 millones) y está en conversaciones con Johnson & Johnson y Sputnik V.
Dosis de realismo
El gobierno chileno sabe que la única esperanza real que hay para controlar la pandemia es tener una suficiente cantidad de gente vacunada (entre 70% y 80%). Su estrategia se basó en ello: arriesgaron cuando la mayoría optó por la cautela y ahora se ven los frutos. “Hay otros países que no apostaron y están esperando vacunas”, dijo el exministro de Salud chileno.
La otra clave del éxito chileno fue reforzar los niveles de atención primaria en los hospitales del país, algo que en el Perú tampoco se hizo. “El rol de la atención primaria es la piedra angular de la estrategia de vacunación”, dice Cecilia Morales, del hospital de la Universidad de Chile y una de las líderes del sistema de salud público (Fonasa) durante el gobierno de Michelle Bachelet.
La atención primaria de salud de Chile se basa en un sistema comunitario bien distribuido, con postas y consultorios en todo el territorio. A esto se suma que “tenemos mucha experiencia en vacunación, la infraestructura, a la gente que está lista para hacerlo y además una población que conoce la importancia de las vacunas», sostiene Florencia del Río, trabajadora de salud del Hospital Sotero del Rio, uno de los principales de Santiago.
Un punto que juega a favor en este caso es que en Chile no hay un movimiento antivacunas fuerte. Lo que hay es escepticismo por desinformación, señala la doctora Del Río.
Capacidad instalada
La otra clave es que el gobierno chileno ha sido efectivo en activar toda la red pública y privada de salud en todos los niveles para ejecutar un proceso de vacunación bien estratificado. Para ello, el gobierno chileno estableció un calendario que comenzó vacunando a los mayores de 90 años en orden descendente y asignando dos años por cada día de vacunación.
El proceso no ha estado libre de polémica, porque se calcula que unas 40.000 personas habrían sido vacunadas sin ser prioritarias, pero el presidente Piñera esperó su turno para ser vacunado y no se saltó la fila, como ocurrió en el Perú, con el expresidente Martín Vizcarra y otros altos funcionarios de su gestión y de la actual.
En suma, las claves del éxito en Chile fueron la capacidad de gestión para comprar vacunas, la coordinación entre las instituciones y un programa de salud fuerte y enfocado a la prevención.