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Candados y contrapesos: lo urgente de la reforma política

Publicado: 07/06/2021
4 minutos

La cuestión de confianza, las censuras o la vacancia presidencial se han vuelto armas para debilitar al oponente en lugar de ser instrumentos para balancear los posibles excesos del Ejecutivo o el Legislativo.

Dos congresos y cuatro presidentes son el resultado de 4 años de constantes disputas, dimes y diretes, y serruchadas de piso. En simple, han sido años de muchísima inestabilidad, en donde el respeto de las reglas de juego -sobre todo de la Constitución- quedaron en segundo plano ante el juego de poder entre el Ejecutivo y el Legislativo.

En este último periodo de gobierno hemos visto un uso o abuso de figuras de control político contempladas en la Constitución que deberían ser aplicadas de manera, más bien, extraordinaria. Estas son: la cuestión de confianza y la moción de censura, la vacancia presidencial y el cierre del Congreso.

Primero lo primero: ¿qué son?

  • Cuestión de confianza: pasa cuando el premier o presidente del Consejo de Ministros, en nombre de todos los ministros, se presenta ante el Congreso y solicita su confianza, algo así como su bendición (art. 133 de la Constitución).
  • Moción de censura: es el mecanismo que tiene el Congreso para hacer responsable políticamente al gabinete o a un ministro en particular. Cuando se aprueba -cumpliendo con los requisitos constitucionales-, quien fue censurado debe renunciar (art. 132 de la Constitución).
  • Vacancia presidencial: La vacancia, o sea, la posibilidad de que saquen al presidente, se da cuando muere, renuncia, sale del territorio sin permiso del Congreso, es destituido (según las reglas del Art. 117 de la Constitución) o cuando el Congreso determina su “permanente incapacidad moral o física” (art. 113 de la Constitución).
  • Cierre del Congreso: en contraposición a la figura previa, el presidente puede disolver el Congreso si le ha negado la confianza o ha censurado a dos consejos de ministros. En estos casos se mantiene funcionando la Comisión Permanente. Esto no puede pasar en el último año de funciones de un Congreso (art. 134 de la Constitución). 

¿Cuál es el problema?

Estas herramientas se han usado como armas para debilitar al oponente en lugar de ser instrumentos que permitan balancear los posibles excesos de ambos poderes del Estado. Por ejemplo, el uso de cuestiones de confianza por parte del Ejecutivo para presionar al Congreso para pasar las reformas que proponía, o la censura indiscriminada de ministros clave para sabotear al presidente; o más grave aún, la posibilidad de sacar de juego al adversario, o sea, bajarse al Presidente o cerrar el Congreso, como si fuera poca cosa.

¿Qué se necesita?

Se necesita hacer una reforma constitucional que permita hacer ajustes puntuales pero urgentes en los temas comentados. Los ajustes podrían pasar por: i) limitar el uso de la cuestión de confianza a una situación o norma que incida directamente en la política general de gobierno, una política pública o medidas indispensables para su gestión; ii) especificar que el Ejecutivo, al hacer cuestión de confianza, no puede definir la oportunidad o condiciones en que el Congreso vota este tema; iii) determinar las posibles consecuencias del Congreso, o los congresistas, que aprueban una moción de censura; iv) delimitar en qué consiste la incapacidad moral permanente como causal de vacancia; v) evaluar la posibilidad de requerir un mayor porcentaje de aprobación para aplicar la vacancia; vi) considerar limitar la posibilidad de que el Ejecutivo cierre el Congreso.

Siendo el nuestro un sistema que da más potestades al presidente, hay que ponerle contrapesos a su poder para que no pueda cerrar así como así una institución como el Congreso, y de otro lado, evitar que este se vuelva un hostigador del Ejecutivo y le impida desarrollar sus funciones.

Hace falta delimitar causales, incrementar los requisitos, hacer “más difícil” que cualquiera de los dos quiera “interpretar” la Constitución a su antojo para meterle una zancadilla al otro. En suma, restablecer el equilibrio de poderes. Necesitamos que el nuevo gobierno asuma estas reformas como urgentes y necesarias, en aras de la gobernabilidad y estabilidad del país.